Fotos: Emmanuel López

Axe está tratando de hacer una de las dinámicas más cool hoy en día. Su primer AXEDFX, celebrado el sábado pasado, fue el inicio de una tradición que ojalá dure muchos años más. El concepto es sencillo: un showcase de un sello de música electrónica reconocida mundialmente más un invitado especial, además de diseñar un espacio dedicado a brindar la oportunidad de permanecer en el evento por varias horas. Ahí estaban los foodtrucks cortesía de Comilona que iban desde las poderosas hamburguesas hasta empanadas de chorizo. También los Bares que ofrecían un arsenal que iba desde cerveza hasta golpes duros de mezcal de alta calidad y vasos de ron con tanto hielo que calaba la garganta. Y aunque los precios estaban por encima de todo, estar ahí fue una experiencia satisfactoria en su totalidad.

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El sello invitado de esta primera edición fue Cómeme y vino con las cartas duras para poner locos a todo los que estábamos ahí. Cuando empezó el showcase todos se subieron al escenario para hacerse notar. Ana Helder, Philip Gorvachev, Chistian S. y Matías Aguayo tocaron en ese orden, sin embargo, desde que los cuatro estaban arriba al comenzar se pudo notar que se trataba de un solo espectáculo con cuatro protagonistas. No era un show de cada uno, sino uno entero en donde los cuatro participaban con un acto. Por ello la música no paraba cuando uno terminaba y otro comenzaba, por ello el resto subía a cotorrear al escenario cuando uno de ellos hacía su trabajo en la música y por ello era normal ver a los artistas echando trago en medio de la gente que esperaba para que subieran. Era una fiesta arriba y abajo, sin distinciones.

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El lugar estaba diseñado como un festival. Sus puntos estratégicos así lo decían desde que uno entraba ahí. El escenario estaba construido de tal manera que recordaba a esta escena de “The Cabin In The Wods” pero con luces que sugerían muestras no de terror, sino de pura diversión. También hubo recuerdos del Nrmal de inicios de año, ya que se celebraba en el mismo lugar. Volvió a ser una resistencia ejemplar: un puñado de juventud en territorio militar gozando, tomando, bailando, drogándose y pasando una noche de envidia. No mala manera de levantar las manos en sociedad.

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Cada uno de los actos anunciados hizo un trabajo digno y todavía un poco más. Helder preparó el lugar para lo que vendría después, Gorvachev fue una locura que contagiaba su demencia al público debajo de él con sus gritos, su poder en las percusiones y su manera de lanzar sonidos para el disfrute. Christian S. vistió al campo militar de un antro de chavos que duró más de lo que debería y que en algunos momentos terminaba por cansar. Mientras que Matías Aguayo regresó triunfal con una serie de macanazos que pusieron a mover a cualquiera que se encontraba ahí. A Thugfucker ya no alcanzamos a cotorrearlo, pero queda el consuelo de que en el puente peatonal de ahí  enfrente había dos vatos viviendo la fiesta desde lejos, sin pagar entrada y con un cartón de cervezas para ellos solos. Queda el consuelo de que ellos sí terminaron todo mientras que el eco de Thugfucker se escuchaba cada vez más lejano conforme avanzaba el taxi que nos llevaba a la casa.