A mí siempre me ha gustado la bebida, pero lo que nunca he hecho es armar destrozos, verdá de dios que no, sólo lo que el alcohol le hacen a uno, ya ve como es cabrona bebida de vez en vez, verá usted sino, en mi pueblo nos la conectamos bien, el pozole blanco, el tequila fuerte y la baraja, porque deudas de juego son deudas de honor, y no es que uno ande buscando cualquier excusa, cuando la tiricia da dura y la desgraciada no se ahoga en el licor, es porque de plano ese dolor no lo va a terminar de matar a uno, como dicen, que me cargue la chingada que yo ya me cansé, y son esos momentos que me ha tocado ver a hombres fuertes que se desviven en lagrimas por una mujer, diga que miento si acaso eso no pasa.

Vernos ahí tan vulnerables, que hasta uno siente que le dan permiso de soltarse, chillar por una mujer es una pena que merece ser escrita, cantada, que la recuerde amargamente hasta que llega la siguiente y nos vuelven a hacer lo mismo. Bueno no creerá usted pero así como las ve a esas canijas mujeres, le pasa lo mismo, y también existen cantantes que me dejan bien triste, pensando, caray pues si los hay cabrones también, pero al menos del que yo voy a hablar es un caso netamente particular, porque uno como hombre tiene a ese trovador que entiende a todos, que sabe lo que es pasar por esas penas y que era gente con uno, porque sabía que el dolor no es de un solo lugar, ni de una sola situación, ese profeta popular que me entiende a mi, a usted y a los que vienen, pues un legado siempre va a ser innegable con esas letras.

El rey sin corona y arriero que sabe que en el camino andamos, José Alfredo, ha hecho que las lágrimas le corran a más de uno, y perdón que le diga José Alfredo, como pinche igualado, pero me ha cantado tantas veces que hasta siento que lo conozco, vea nada más sino, ya desde donde nació, Dolores, Hidalgo. Hay dolor que ya me volviste a dar, mire que no fue fácil para él, y pues para quién en estos días, así como lo ve de exitoso y famoso, durante mucho tiempo no fue tal, el pobre José Alfredo la rolaba de todo, andaba al tiro y hasta a la talacha le hacia, porque también era bueno pa´l futbol, a pesar de esto, la cruz que cargaría la estirpe de su genialidad, obviamente, sería la música.

Todo empezó cuando estaba recién descubierto, lo fueron a sacar del restaurante donde se presentaba y se lo llevaron a cantar a la radio, como a los buenos de esa época, de ahí para adelante su fama no cedería, ¿por qué?, por un pedazo de rola que resumía todo el estilo lírico del cantautor “Yo que tanto lloré por tus besos, yo, que siempre te hablé sin mentiras, hoy solo puedo brindarte despreció, yo, que tanto te quise en la vida”.

 

Siempre he creído que todos tenemos una mujer a la cual le vamos a llorar siempre, tal vez no igual, pero va a existir una que te dejó la espinita, y quien diga lo contrario es un pinche mentiroso o en verdad nunca se ha enamorado, cosa más triste. José Alfredo también tuvo a su amor incondicional, Paloma Gálvez, a la que le escribía y le mencionaba cosas de amor cada que podían sus letras, a pesar de que en ese punto de su carrera escribía canciones por encargo, nunca olvidó al amor de su vida “Al sentirme un poquito tomado, pensando en tus labios, me dio por cantar, me sentí superior que cualquiera, y un puño de estrellas, te quise bajar, pero al ver que ninguna alcanzaba, me dio tanta rabia, que quise llorar. Yo no sé lo que valga mi vida, pero yo te la quiero entregar, yo no sé si tu amor la reciba, pero yo te la vengo a dejar”.

https://www.youtube.com/watch?v=GffWCqYmMeI

 

Ya cuando uno está de esos enamorados, dar serenata es más que obvio, quién no ha dado serenata ¿usted lo ha hecho? pues cuando vale la pena sabemos que sí, ya ve que hoy en día se dedican canciones, pero nunca existirá ese sentimiento de despertar al ser querido con una canción y que se conmueva, si me pregunta, estoy seguro que José Alfredo sentía lo mismo que acabo de decir, y no sólo esto, también se ganó a varios amores de esta manera, si le escribió al amor y al desamor, por qué no escribirle a esa ventana del que depende el estado de ánimo, para bien y para mal, cuentan los que saben, que de parranda en parranda se iba con Chavela Vargas a dar serenata a sus respectivas conquistas. “Guitarras de media noche, que vibran bajo la luna, tan luego que den las 12, por donde me oigan sigan mi voz, y toquen; igual que siempre quedito y con sentimiento y llénenme el pensamiento poquito a poco de inspiración”.

 

Lo peor es que hay unas que ni a eso llegan, y palabra, que es lo que cala, luego para que nos hacemos los pendejos y adoloridos, si en ocasiones la culpa es puritita y netamente nuestra “Ya se va tu enamorado, ya se va de la ventana, porque se que aunque no quiera, voy a regresar mañana, mientras la pasión me dure”, y esa se nos puede quedar para siempre.

 

José Alfredo, también sabía guardar las apariencias, era de esos enamorados prudentes que a pesar de que la pasión les carcomía el alma, sabía el concepto de “La ropa sucia se lava en casa”, y como usted sabe, eso ya no pasa en estos días, hasta para terminar bien uno debe saber, borrón y cuenta nueva, o como dijera José Alfredo “Di que vienes de allá, de un mundo raro, que no sabes llorar, que no entiendes de amor y que nunca has amado”, letras que demuestran un nivel literario más profundo de lo que otros pensarían.

 

A pesar de llórale al amor, luego hay quienes se merecen irse derechito a la chingada, me lastimó, no se lo voy a dejar tan fácil, dios me perdone, pero que bueno, para que vea lo que se siente, puede que me moría si le pasaba algo, pero después de su bajeza no lo haré “Es por eso que he venido a reírme de tu pena, yo que a dios le había pedido que te hundiera más que a mi, dios me ha dado ese capricho, y he venido a verte hundida, para hacerte yo en la vida, como tu lo hiciste a mí”.

 

Antes no era así, pero ahora la gente ya no tiene noción de la frase, temor a dios, cuando ya no hay fuerzas nos agarramos de lo superior, con la juerga y los desmadres, a José Alfredo le daba por ponerse a hablar con dios, muy a su manera, y hasta le llegó a cantar “Te vi llegar, y sentí la presencia de un ser desconocido; te vi llegar, y sentí lo que nunca jamás había sentido.” Lo que él describa como una oración, y que definitivamente quedó como una entrañable canción, que en lo personal, desgarra más con la interpretación de Chavela Vargas.

 

¿Cuantas veces no ha dejado ir a alguien por que la gente es muy cabrona? no le ha pasado que ya ni puede moverle, porque es bien difícil vivir con el amor, que si las edades, que si yo soy, que si tu eres, pura chingadera, pues José Alfredo tenía una solución: “Vámonos, donde nadie nos juzgue, donde nadie nos diga que hacemos mal, vámonos alejados del mundo, donde no haya justicia, ni leyes , ni nada, nomas nuestro amor”.

 

También fue un hombre que amó con locura a la misma mujer, pero una cosa era cierta, no era hombre de una sola, sus amoríos iban y venían, tampoco era una perita en dulce, pero pues ¿uno quien es para juzgar? Razón por la que le llegó a pasar como a todos, se decepcionaba con lo que resultaba una conquista, creer que es de una forma, para que al final te salga con sorpresas, está jodido, ya bien lo decía “Pero que triste realidad me has ofrecido, que decepción tan grande haberte conocido, quien sabe Dios porque te puso en mi camino”.

 

Pero, José Alfredo de lo que sabía bien, y a lo macho, era llorarle a una mujer, cuando está ya se daba por perdida, como vulgarmente le dicen, ya cuando valía verga, no le queda a uno más que llorar y pegarse a la botella, la base de su canto y su dolor se resumía: “Quien no sabe en esta vida, la traición tan conocida, que nos deja un mal amor, quien no llega a la cantina, exigiendo su tequila, y exigiendo su canción”. Que hasta ganas le dan a uno dejar todo y ponerse a pistear.

 

Pus yo ya ni sé qué más le cuento del querido José Alfredo, luego de tantas canciones, se dice más de mil, terminó una larga carrera y se dirigió a donde todos nos dirigimos irremediablemente, se murió por allá del 73, en la ciudad de México a causa de una cirrosis hepática, tantos años de parranda y alcohol, la verdad que se peló sujeto a sus ideas, prueba de que lo que cantaba y lo que hacia era parte de él, podrán decir lo que quieran, pero se murió con honestidad, y no es que exalte o fomente estas muertes, yo solo aplaudo lo que todos aplauden de un ser político o de un ciudadano decente, la honestidad de sus palabras. Es el equivalente a morir peleando por tus ideales, eso, sabrá usted; se llama integridad. Lo cierto es que tampoco me quiero meter en controversias, muy mi vida y si no le parece tiene derecho a expresarlo, mas eso no hará cambiar mi opinión, pero ya estuvo bueno, mejor saque la botella y llámele al mariachi, que esta noche vengo herido y por eso he de brindar, porque como dice la tumba de José Alfredo, La vida no vale nada.