La legión islandesa se ha hecho presente en México con el objetivo de cautivar a todos sus fieles seguidores. Una isla con poco más de 300,000 habitantes cuenta entre ellos a numerosos músicos místicos por naturaleza y conmovedores por convicción. La semana pasada, Björk se encargó de deleitar a su público mexicano con dos conciertos en el país. En esta ocasión, tocó el turno de sus compatriotas de Sigur Rós cumplir con su primera de dos fechas en el Auditorio Nacional, un venue ideal para este trío gracias a su buena acústica y asientos.

La maravillosa presentación de Sigur Rós en Auditorio Nacional
Foto: OCESA / José Jorge Carreón

Jónsi, Goggi y Orri dieron un concierto intenso y extenso tras una introducción instrumental que dio paso a Á. Al estar presente en semejante presentación, uno toma consciencia de que tiene alma, la siente, le hace cosquillas y parece que se le desprende del cuerpo por algunos instantes. El escenario comienza siendo sombrío y luego, poco a poco se llena de color y hace imaginar una aurora boreal islandesa. Las palabras sobran entre los nórdicos y el público, Jónsi dice algunas frases en islandés como si por un momento olvidara que entre su audiencia no se hallaba nadie que pudiera entenderle. Por otro lado, el público vivió una experiencia individual, hubo pocos gritos y mucha expectativa. Fue una audiencia que, en general, prefirió guardar el momento en la memoria que inmortalizarlo a través de un teléfono celular. El frontman lució una voz dotada de una majestuosidad indescriptible que se adueñaba de cada rincón como si tuviera propiedades hipnóticas.

La maravillosa presentación de Sigur Rós en Auditorio Nacional
Foto: OCESA / José Jorge Carreón

La primera mitad del concierto trajo consigo las canciones más tranquilas de la banda y probablemente liberó las lágrimas de más de uno. Poco a poco la batería comenzaba a subir de intensidad y así llegamos a Glósóli. Los elementos visuales y escenográficos fueron fundamentales, las pantallas gigantes mostraban a un Jónsi desbordante de emociones. Tras Smarskifa, el trío abandonó el escenario para dar paso a un intermedio de veinte minutos y a una segunda parte de ensueño.

La maravillosa presentación de Sigur Rós en Auditorio Nacional
Foto: OCESA / José Jorge Carreón

Los islandeses regresaron para interpretar Óveður en la parte posterior del escenario y volvieron a rodearse de luces de colores cálidos mientras el concierto parecía estar llegando a su clímax con Starálfur y Sæglópur. El cierre con Popplagið provocó que se le cayera la quijada a más de uno gracias a la maestría con la que Jónsi se acerca a la orilla del escenario para frotar las cuerdas del escenario con su arco frente a una primera fila que ni siquiera se atrevía a hacer algún gesto. Mención aparte merece la potencia que le imprimió Orri a la batería que latió al unísono con miles de corazones de principio a fin.

La maravillosa presentación de Sigur Rós en Auditorio Nacional
Foto: OCESA / José Jorge Carreón

La recta final logró poner al público de pie y aplaudiendo durante varios minutos. El Auditorio Nacional simplemente se rindió ante la inolvidable actuación de Sigur Rós y la euforia era tal que el trío tuvo que regresar a agradecer dos veces más antes de irse definitivamente del escenario. Tenemos un fuerte contendiente al concierto del año. Islandia, este mundo no te merece.

SETLIST

  • Á
  • Ekki Mukk
  • E-Bow
  • Dauðalagið
  • Glósóli
  • Nidur
  • Smaskifa

  • Óveður
  • Starálfur
  • Sæglópur
  • Vaka
  • Festival
  • Kveikur
  • Fljótavík
  • Popplagið