Después de tantos festivales, conciertos y eventos de corte masivo que hemos cubierto a través de Freim, resultaba difícil perder el juicio con un cartel y un festival como el Sónar 2017. Sí, jugábamos de visitantes en una ciudad increíblemente bella como lo es Barcelona, primerizos mexicanos. Sí también, el cartel tenía a varios cracks y lucía brutal, monstruoso en el mejor de los términos, sobre todo a sabiendas que el Sónar siempre es lo suficientemente amplio como para albergar entendidos, experimentales, curiosos, poperos, trendys y demás pléya de adeptos a la electrónica. Había menú para repartir.

Sin embargo, el equipo Freim iba con los pies fijos a la tierra para poder reportar de la forma más acuciosa posible, con el tiento de quienes sabían que los 40 grados de temperatura andaban muy cerca y que seguro golpearían en algo así como cinco largas jornadas de baile, decibelios, sudor y energía, las cuales tendríamos que dosificar sí o sí, pese a que quisiéramos saltarnos varios actos o hacer un poco de trampilla. No había manera: tres días, dos sedes, de cuatro a cinco escenarios, miles de cosas sucediendo, pero sobre todo la realidad: más de cien actos. Imposible.

El jueves 15 de junio, pasado el medio día, la primera sorpresa festivalera: entramos en cinco minutos. Sin acreditación de prensa, boleto en mano, cashless recargado, listo. Fresco, venga. Segunda sorpresa: para el tamaño del Sónar, con ríos de gente, resulta por demás grato ver sólo unas cuantas activaciones, muy pocas realmente, menos de 10. Eso sí, de este lado la traen igual: se organizan poco en las barras, las viandas traen sobreprecio especial y los retrasos y cambios de horario también suceden. Pero no hay pedo, el festival es lo suficientemente gigante como para que alguien tenga la mala pata de ir a ver sólo a un artista que canceló.

Al tiempo que queríamos devorarnos el cartel, que tocaran nuestros favoritos, sabíamos que el suelo era la opción más inteligente por el momento, si no no llegaríamos a la hora mágica del domingo 18 de junio. Pero Barcelona tiene lo suyo, mucho, pese a que la pasteurización y la homogeneización cultural es evidente a borbotones, al igual que el clasismo y las actitudes de hueva de siempre. El Sónar es un festival-vorágine, que aunque no quieras te come, te absorbe en un momento u otro, no hay chance para vivir aplatanado o eufórico el 100%

Primer crack: el recio de Manchester Conor Thomas, bárbaro. Sin demasiados artilugios, ante una sala casi vacía, un capo oscuro de culto, al que mucho le deben personas como Andy Stott o Powell (que canceló el año pasado en Mutek).

Conor Thomas. Sónar 2017
Conor Thomas. Sónar 2017

Para ser la primera jornada del Sónar de día, un jueves en los que una gran mayoría debería estar en el trabajo si estuvieran en México, la afluencia iba muy entusiasta. Y entonces fue muy fácil entrar en el mood español, con el calor y la caña.

Yung Beef llegó a poner el desmadre como se esperaba, aunque se sintió que ese público no es su cancha habitual, que parece que ya no es el sabor del mes. Su show fue del calor a lo tibio, con ese siempre característico entrar y salir, cortar, subirse, empujar y volver a bajar. Nos recordó el insípido show de la Pxxr Gvng acá en la Ciudad la última vez. Pero fue divertido.

Young Beef. Sónar 2017
Young Beef. Sónar 2017

Luego llegó el que para nosotros ha sido uno de los momentos insuperables de todo el festival: Yves Tumor. Como si a Mikky Blanco le diera por el noise y el ambient a la vaporwave. Violento, agreste, una nube de humo y confusión en el que el escenario fue prescindible también. Enorme este negro. Ojalá lo podamos ver de nuevo, es cosa grande a la que no hay que perderle la pista.

sonar 2017
Yves Tumor, en pleno despitorre de sí mismo, antes de matar al público.

La jornada seguía y la masa se expandía. Más calor, y ni los baños con su agua de grifo bebible ni los espacios de frescura eran suficientes. Más caña, dale caña. Con Princess Nokia vimos con decepción que el show variopinto que le vimos en Bahidorá no era casualidad. Nokia tiene muy buen golpe de inicio, pero luego se cae. Falta cohesión ahí, pero hubo mucha gente contenta que luego igual le caminó a otro escenario.

Cosa guapa a la que no hay que perder de vista si te gusta el synth pop: Lanoche y el Dj Bawrut si te gusta es el cotorreo bacalao jocosón. Buenos representantes ibéricos ambos. Bflecha nos recordó qué padre era el NRMAL en Monterrey y que viajar a un festival es toda una experiencia religiosa, sentir que resucito si me tocas.

Aleluya, la tarde quería caer y los actos pesados del primer día ahí venían. BSN Pose y RP Boo demostraron que el footwork sigue de parranda, nada que fuera de modita, maestro. Luego, el trap de internet que a muchos choca y a otros erotiza se hizo presente.

Después todo comenzó a suceder rápido. El cansancio comenzó a punzar, pero uno veía lo que podía y se perdía lo que no: ya no vimos a la gran Dawn ni el set completo de Stott, pero sí nos quitamos el mal sabor de boca que dejó en algunos la presentación de Arca a comienzos del año. Arca es cabronsísimo en vivo, en set live, con audio poderoso, pasarela y traje de torero. Un tipo que conoce de qué va la sensualidad, el Fuete y su cuerpo para escupir una cruenta flor al público. Otro bárbaro, sin duda.

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Arca. Sónar 2017

Viernes 16

Todo en orden. Cansancio leve, accesos suaves y la comida increíble, Barcelona nos estaba tratando de putísima madre, con sus bemoles culturales pero nada grave para reportar.

Trap de internet de nuevo, a algunos les caga a otros les pasa. Bad Gyal tiene con qué, increíble verla abarrotar la sala, sin disco en la calle. A YouTube limpio. Dellafuente y Maka es de esa grasa que amas, pero que difícilmente se aprecia fuerte si no eres trapero-reggaetonero y además de todo flamenquito granadino. Son buenos, también la pegaron chido.

El viernes por el día era para ver y escuchar actos muy cabrones, femeninos sobre todo, en especial los de Elysia Crampton y Juana Molina (insistimos, su disco es de lo mejor del año). Lena Willikens dio un set rico pero poco memorable. No había falla, la jornada era larga y había que prepararse para el cambio de nave.

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Juana Molina. Sónar 2017

Por su parte, Pimp Flaco y Kinder Malo es todo lo que la gente ha dicho de ellos, para bien o para mal. Algo bien si le tuviste miedo a la Pxxr Gvng o aún tienes 20 años o menos y te prende cotorrear.

Por la noche, todo fue de viejo lobo de mar: Shadow dando el show que siempre da Shadow, sin importar el momento o lugar en el que lo veas. Little Dragon agudos y olvidables. Ya queríamos algo recio, y Nicolas Jaar no nos lo estaba dando.

Luego, el hype recompensó con creces: Anderson .Paak corroboró la vieja posibilidad de la negritud en el pop rapeado. Enorme, es un crack en vivo, sabe su finanza. Ok, no es lo nuestro pero nos prendimos bastante con él. Luego quisimos caramelo, había donde calarlo, con santo y seña cómo y con qué. Para entonces, la movida española estaba medio trepando con Moderat, que sonó poderoso y nos confirmó que de alguna manera u otra sí, son los Depeche Mode de esta época.

Ya luego fue puro pasar lista en plan cabrón: Jaques Greene reavivó el monazo que aún traemos de Fascinoma, luego un pequeño botanón de bajo gordo si te gusta la producción instrumental con Judah. Alguien que le quite las pilas al increíble Jlin.

El momento de la verdad había llegado. Primera fila, ya sábado, los tobillos hechos pomada como siempre quisimos: Soulwax, viejos lobos de mar. ¿Lo lograron? Sí que lo lograron, eso sí con bateristas añadidos, sangre fresca, luces y un show de hasta arriba para hacer brincar. Aún las pueden, lograron estar vivos. Ya en azul, amanecidotes, Nina Kraviz de lejitos porque si quisiera, pero… impecable, guapa y calmando a las bestias que no paraban de pasar las rayas sobre sus móviles. Afuera, el sábado barcelonés en su esplendor.

Soulwax. Sónar 2017
Soulwax. Sónar 2017

Sábado 17

¿Qué aún no acababa? Nel papá, quedaba jornada larga, con bebidas energéticas. Tapita con cañita, sobadita y a lo que sigue. Más por ver y escuchar, ¡qué atascados los españoles! Así se hace, kilométrico, para todos, con tope y con todo, si no, ¿qué?

Otro que anda en boga, C. Tangana, mojó calzones como es debido, buen tío con su romantic style. Matmos tocando una lavadora fueron geniales, ideales para irle cayendo a la recomposición del cuerpo. Unos rarazos, ñoñazos, tetazos que amamos de años. Es bueno creciendo con una dupla así, que aún se puede divertir. Una sorpresa que no esperábamos: Nosaj Thing, qué capacidad del angelino para reinventar su propio sonido, además de impregnarle unos visuales que bien parecen metarender, pero que funcionan bastante.

Convencidos de nuestro jamaicón, bailamos a lo bonzo con Imaabs y Zutzut, compartiendo un cacho de la Juárez a toda la peña adepta al NAAFI, que eran varios desperdigados pero bien atentas y bailonas. Noche de grandes, confirmaciones varias y poderío: Optimo, Overmono, Amnesia Scanner en plan oscuridad malandra ay wey.

Imaabs y Zutzut. Sónar 2017
Imaabs y Zutzut. Sónar 2017

Nos perdimos a mil (Justice, De La Soul, The Black Madona), pero registramos en nuestra memoria varias cosas para recordar: Forest Swords, cachitos de aquí y allá, la actitud ibérica para la camaradería y la fiesta inagotable, la comida cabrona. Todo eso también ensalsa a un buen festival, y a veces no lo ves porque estás hasta el rabo, porque lleva uno varios años en su ciudad. El Sónar tiene mucha personalidad, pero al final de cuentas el que exporte su formato habla sí del éxito, pero también de la plantilla de negocios adaptable a casi cualquier país con infraestructura para eventos masivos. Apreciamos mucho a México estando acá en términos de fiesta y carteles, que a veces son medianos, parchados y paqueteados a precio caro. Pero no es muy distinto de lo que sucede en plan ciudades cosmopólita. Enorme Sónar, hicimos amigos, oídos inflamados, tobillos astillados, comimos, bebimos. Y la liamos parda. Felicidad.

sonar 2017