Con un recinto abarrotado The Maccabees demostraron porque son una de las bandas favoritas del público mexicano.

La cálida noche del 5 octubre fue la fecha perfecta para que la banda británica, The Maccabees, tuviera un enérgico reencuentro con su afición mexicana. Poco a poco el público comenzó a llenar el recinto de la colonia Condesa en un ambiente de tranquilidad, sin embargo, la expectativa era demasiada debido a las anteriores presentaciones en este país (2012 y 2013), las cuales dejaron en claro el ritmo que la banda maneja en sus conciertos.

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Incluso antes de comenzar el concierto el vocalista de la banda, Orlando Weeks, salió para colocar un sombrero de mariachi frente a la batería, gesto que de inmediato fue enmarcado entre porras mexicanas y silbidos de admiración para el líder de la agrupación.

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Cuando las luces de El Plaza comenzaron a atenuarse, los gritos de emoción no pudieron esperar y la banda emergió rápidamente de las bambalinas para acomodarse sobre el escenario y abrir su espectacular fiesta con “Wall of Arms“. De inmediato pudo notarse la complicidad de la banda con su público ya que tanto Felix como Hugo White desgarraban sus guitarras en un frenesí de saltos y gritos que apenas comenzaba; Sam Doyle, cobijado con una bandera nacional, transmitía a todos el gozo de estar con el público mexicano en cada golpe enérgico a su batería;  Rupert Jarvis con su distinguida actitud sobria y concentrada de bajista de la agrupación y, finalmente, Weeks en un acto de conexión vocal con sus aficionados.

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Los británicos no dieron tregua con su setlist, ya que inmediatamente de su obertura atacaron con la canción “Feel To Follow“, una de las piezas predilectas de la agrupación, la cual fue la responsable de poner al recinto de cabeza. A partir de este momento el ritmo del concierto se esclareció en una cómplice declaración sin redención por parte de la banda.

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En canciones como “Kamakura”, “Young Lions” y “Love You Better” los espectadores se encontraban completamente entregados a la fiesta rítmica de los ingleses. Aunque no hubo un momento en que la energía de los riffs y los tonos vocales disminuyeran, pudo notarse una ebullición de delirio al interpretar “Precious Time” y “Can You Give It?”, piezas en las que Felix White se encontró totalmente frenético con su guitarra y en cercanía con sus espectadores, momento remarcado por su petición de saltos sin descanso a lo cual fue bien correspondido.

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Hacia el final de su repertorio la agrupación interpretó tracks de su más reciente material Marks To Prove It, tales como “Spit It Out”, “Slow Sun” y la canción homónima del disco “Marks To Prove It”.
Cuando el desenlace del concierto se avecinaba y parecía inevitable, la melancólica y tan amada “Toothpaste Kisses” irrumpió en un Plaza repleto de gente que se entregaba a la tranquilidad y encanto de la composición generando, en más de uno, el efecto de la piel encarnada y el pecho inflamado que sólo dicha lírica reconoce. “Pelican” fue un autoritario golpe de despedida con el cual The Maccabees clausuraba una noche sin tregua ni redención de emociones en la que, sin duda alguna, se sintieron más mexicanos que nunca.