Por Angélica Gutiérrez  Gasca


Un par de jeans, unos New Balance en los pies y una sudadera de Fruit at the Loom, color gris, completa el outfit. Quizá haya decidido ponerse una gorra, pero a la mera hora decidió dejarse el cabello suelto. Las formas del cuerpo no se notan demasiado, quizá la ropa es un poco suelta para ceñir la silueta de la chica que está a mi lado o tal vez está muy flaca para marcarla por si sola. El maquillaje ligero, indica que confía demasiado en su belleza natural. Va acompañada por un chico que trae pants completo, de los que seguro usa tu papá el fin de semana, con el resorte marcando el tobillo y unos tenis blancos, como de niño de primaria. Andan tan relajados que se funden con los demás que van sobre la acera. Se pierden de vista o más bien se confunden como si se tratará de otro elemento del paisaje urbano.

¿Pero de qué va todo eso? ¿Alguien ha escuchado cuál es la nueva moda? Todo internet anda vuelto loco con el hashtag normcore, y… ¿qué diablos es eso?

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Fácil y rápida es la respuesta: el normcore es un término acuñado por K- hole, un colectivo que determina qué nueva moda viene, al analizar las tendencias observadas fuera de las pasarelas de las Fashion Weeks. Y es ahí donde se encuentran todos aquellos que intentan escapar de lo in y trendy y se enredan en la vorágine de ser alternativo, generando lo que en poco tiempo todo mundo vestirá.

El meollo del normcore es pasar inadvertido, usando elementos convencionales y comunes que, combinándose entre sí, dan un aspecto ñoño que genera encanto. Los básicos son los Levi’s en corte clásico, los tenis New Balance y las sudaderas de cuello redondo, que entré más grandes sean, mejor.

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Si hacemos memoria, la tendencia Normcore tiene reminiscencias en aquellos adolescentes de moda de los noventas, que iban al high school y eran seguidos por todos los teens de esa época. Nos referimos a los protagonistas de la serie Beverly Hills 902010, quienes usaban camisetas dentro de los jeans, pero que no eran ajustadas ni ceñidas, pantalones de mezclilla de corte bastante aburrido y tenis blancos de colegiala de secundaria. Seinfield es también otro ejemplo a seguir de dicha moda.

 

El normcore busca reinvidicar lo normal, lo común y corriente, lo que pasa inadvertido, para tornarlo “chido” y en onda. Quiere decir que,  por primera vez o quizá, desde hace mucho, quien compra su ropa en esos enormes depósitos que ponen en el súper y en dónde encuentras prendas muy baratas y todas revueltas entre sí, es quien está siendo más cool que quien va a las tiendas de low cost, consideradas así en otras partes del mundo, pero que en México son caras, visten a los que se creen fashion y trae lo más usado en el orbe.

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Esta tendencia crea la fantasía de que quien es convencional está dentro del universo paralelo de la autenticidad y la alternativa, que es diferente a los demás sin pretenderlo y que además disfruta camuflándose entre la bola de normales y genéricos que tampoco anhelan destacar.
Por primera vez una moda premia a quién no quiere pretender ser alguien más o al menos intenta haciéndonos creer que disfruta de su normalidad. Si en el pasado muy, muy, cercano, lo in era ser el hipster farol que busca ser diferente, con sus lentes de pasta, su bicicleta y su comida orgánica. Hoy, el normcore desea ser reconocido como otro entre los demás. Aunque puede sonar peligroso, si ese permeo entre los muchos, integra a esa masa deseada por el régimen económico imperante, que no cuestiona nada y que sólo vive sin exigencias.
Seguro que todos buscamos nuestro centro en la trinchera que nos toque defender, que queremos ser respetados por lo que pensamos sin tener que impresionar a nadie y menos a través de la ropa que usamos, pero también buscamos destacar de los otros, por los esfuerzos que realizamos. Así qué el normcore es un arma de dos filos que parece obedecer más a los caprichos de unos cuantos que a los de los muchos que pertenecen a él.