Por: @RAikA83

Fotografías de Miguel Ángel Luján Sánchez.

Alguna vez, en la universidad, un amigo me comentaba su perspectiva de vida. Decía que para él, la vida era una suerte de película, la cual no tenía ni principio ni final. Uno simplemente abría los ojos para verla ya comenzada, y los cerraba cuando nos cansábamos de verla. Ese mismo amigo fue el que me introdujo al maravilloso mundo jazzero y espacial de Herman Sonny Blount, mejor conocido como Sun Ra.

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Sun Ra falleció en 1993, cuando yo tenía apenas ocho años, pero la noche del ahora pasado 15 de mayo, en el Teatro de la Ciudad dentro del marco del Festival Aural, la Orquesta de Sun Ra dio muestra de que Herman Sonny aún sigue vivo, que pueden pasar cien años y todavía percibiremos sus ondas sonoras, a través de músicos increíbles, personajes de otro tiempo. De otro planeta completamente.

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Marshall Allen heredó el legado del majestuoso Sun Ra, jazzista excéntrico que se concebía como un habitante de otro planeta, filósofo extravagante de la ciencia ficción y el bagaje cultural egipcio. Allen, saxofón alto de la alineación original, no sólo trajo la esencia fiel del sonido Sun Ra a nuestro país este miércoles, sino que supo dar cátedra de un jazz total, domando a 13 músicos locos, increíbles todos, apoyados en la percusividad y los metales.

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No sólo fue una noche de trajes brillantes y sombreros estrafalarios, de risas descomunales, de unidad espiritual y el jazz más disfrutable y vanguardista (esa vanguardia cincuentera que hoy se figura añeja, aunque bajo el halo de Ra sigue sonando futurista, y de rompe y rasga). Allen, cercano a sus 90 años, tiene una vitalidad increíble, sigue sacándole un gas free al saxofón, aún tiene ritmo y poder, mismo que transmite al resto de la Arkestra.

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Noche de baile en nuestros asientos y entrega total, hora y media de solos interminables, de una música que ya estaba ahí cuando nacimos, que seguirá por muchos años más, que varios de los asistentes al Teatro de la Ciudad apenas conocieron anoche y quedaron boquiabiertos ante el despliegue de talento y carisma de la Sun Ra Arkestra, quienes no escatimaron en ánimo, en espectáculo, virtuosismo musical y performático. Una noche festiva y alegre sin caer en la sonrisa fácil.

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Parte del encanto de los conciertos de figuras emblemáticas del jazz que suele traer el fmx y Aural, radica en que buena parte del público desconoce lo que presenciará esa noche, otros tantos sólo conocen una parte o han escuchado de lo que el artista es. Eso dota al espacio y el tiempo de una atención y un halo de curiosidad muy preciados. Aural abre su serie de conciertos de una forma brutal y memorable, que quedará en la cinta de la memoria cultural de esta ciudad, impresa ya cuando vengan más adeptos al jazz de la cepa más trasgresora. Y seguirá ahí, cuando ya no estemos, en su lugar. Space is the Place.

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