El calor insoportable y la inevitable espera en la sala de prensa, hicieron que quienes nos encontrábamos sentados en las sillas acojinadas y anchas, entráramos en desesperación pues no sabíamos en que momento regresaría uno de los organizadores que tenía en su poder los brazaletes, para ingresar al Palacio de los Deportes.

Después de escuchar las indicaciones de la nueva ley a los fotógrafos, que no fueron gratas para los novatos que deseaban tomar tantas fotografías fueran necesarias, y enviarlas mediante las redes sociales como noticia de último minuto, nos dirigimos caminando a prisa para comenzar con nuestro objetivo: reportear al medio que representábamos aquella tarde del viernes 17 de mayo.

Muy poca gente para ser las 4:05 pm, todas las caras de aburrimiento al ver tocar a Pinhead, una banda que en teoría como buen metalero, debes de ubicar cuando menos para decirle al de a lado: “si, solo tiene un disco, pero nada que ver, yo vengo a ver a Motörhead, ¿y tú?

Máscaras de piel negra y colmillos de criaturas nocturnas, mezcladas con guitarras melódicas y sonidos del infierno, tuvo su presentación con asientos vacíos, mismos que generaban el eco de aplausos que merecían.

Unos iban por tabacos, otros al baño y remojarse la cara, unas maquillándose y los inteligentes haciendo nota de lo más que podían, para después acabarse a la banda de metal que abrió el festival y que no tuvo ni una gran presentación, ni un público conocedor.

Mientras tanto durante el primer cambio de instrumentos, caminé para observar como los “chicos buena onda” se delineaban el ojo para verse aún más… oscuros de la pupila, otros tratando de juntar lo más que podían en cambio para comprar un trago que les aliviara el malestar de la boca seca por haber fumado lo que no debían, algunos metaleros maduros tomándole fotos a las chicas vestidas con mini falda y medias rasgadas.

Por fin se vio la manta de una banda importante y sobresaliente del metal sinfónico, Haggard que no debió salir alrededor de las 4:20 pm, pues los horarios indicaban la presentación de Moonspell a esa hora.

Sin embargo no hubo mayor problema, pues en un abrir y cerrar de ojos los 12 músicos ya tenían sus respectivos instrumentos acomodados, y al fin la voz ruda de Asis Nasseri vocal y líder de la banda, saludó a los presentes y así comenzó la historia de Galileo Galilei.

El canto impecable de una doncella llamada Susanne Ehlers, que portaba un hermoso vestido negro entallado hasta la cintura, brillante como la luz blanca que la iluminaba y el despertar de las  ondas opacas de la parte baja, hicieron que las miradas de los asistentes, quedaran inmóviles ante el cadencioso movimiento de una piel pálida al ritmo de los metales de la batería de Luz Marsen, el violín de Michael Stapf, el contrabajo de Ivica Kramheller y la flauta de Andreas Fuchs.

La combinación con la voz del tenor Fiffi Fuhrmann, causó la piel erizada de muchos que abrazaron a sus damas de negro, los clásicos no podían quedar atrás ‘The Final Victory’, ‘Awaking The Centuries’, ‘Eppur Si Muove’, ‘Per Aspera Ad Astra’, y por si fuera poco el Himno Nacional Mexicano con nuestra bandera en mano, que ya forma parte de su repertorio, cuando menos en nuestro país. Y con un “gracias México” hicieron de su despedida; un épico aplauso.

Algunos minutos pasaron, cuando la manta de los licántropos ya se veía a lo lejos. Mientras la gente de producción revisaba los últimos detalles de audio, antes de que los aullidos comenzaran a escucharse, hicieron que me diera cuenta de una situación prácticamente familiar: mi cerveza estaba adulterada, mezcla de agua con sobras de otros vasos y mezcal barato, crearon en mi garganta el sabor más amargo del alcohol, nunca jamás probado.

Durante el debate con mis dementes acompañantes respecto de los $100 tirados a la boca de nuestros estómagos, el ruido de una guitarra inició la sesión de hombres lobo contra almas humanas en busca de la luna de llena.

Melenas eléctricas movían las partículas de humo que emergían del escenario y por más de 30 minutos, uno de los mejores álbumes de Moonspell “Wolfheart” hizo que nuestros corazones bombearan la sangre que Fernando Ribeiro exigía en cada tema de metal gótico.

Algo andaba mal, el audio fue pésimo durante la primera actuación y lo más rápido que pudimos, tratamos de proteger nuestros oídos de un molesto chillido parecido a un órgano desafinado. Sin embargo eso no fue pretexto para no continuar con el show e interactuar con los pocos que seguíamos de pie y, los otros tantos que llegaban minuto a minuto.

Una disculpa en portugués fue la confusión de muchos, ya que explicó que el show que presentaban, no era lo que tenían planeado, pues por causas de últimos minutos tuvieron que cambiar lo que tenían en listado y con ‘Alma mater’, ‘Opium’ y ‘An Erotic Alchemy’, dejaron a los seguidores insatisfechos.

La manta de Suicidal Tendencies provocó la alegría de muchos, Mike Muir, Dean Pleasants, Tim Rawbiz Williams y Eric Moore llegaron desde Los Ángeles con bermudas, gorras y jerseys con el número 13 y el estilo skate que los ha caracterizado desde los años ochenta.

El público ya comenzaba a excitarse al ver gritando y brincando a los pioneros del crossover thrash, alentando a todos para armar el primer slam de la pista con ‘Join the Army’, ‘Cyko Vision’, ‘Scream Out’, ‘War Inside My Head’, ‘You Can’t Bring Me Down’ y su himno en contra de la sociedad y la represión musical ‘Institucionalized’.

Y desde las tinieblas californianas, Testament llegó sin más ni más a subir el ritmo cardíaco, con sus sonidos death metal y groove metal. La voz de Chuck Billy, las pesadas guitarras de Eric Peterson y Alex Skolnick, el majestuoso bajo de Christian Greg y la batería tosca de Gene Hoglan envolvieron de magia negra el recinto del sur.

‘Practice What You Preach’, ‘Over The Wall’, ‘Into The Pit’ y ‘Henchman Ride’, fueron algunos conjuros mágicos que nos hechizaron y nos convirtieron en irreverentes seguidores del legado oscuro, la vieja escuela se hizo presente.

Durante el cambio de instrumentos, los caídos comenzaban a estorbar, el trago adulterado puso de cabeza a unos cuantos pseudo-metaleros, que aún tirados en el piso parecían ver las notas musicales en sus sueños.

Chamarras de cuero con parches anarquistas brincaban cada vez más alto para derramar el líquido sin gas que les quedaba en el vaso de cartón, tuve que recorrer los espacios vacíos para reconocer las caras de generaciones pasadas universitarias y algunos periodistas, cabelleras empapadas de sudor, chinas, lacias, de colores, que más da.

El primer platillo fuerte ya se acercaba, y la espera valió la pena al ver los colores fosforescentes de uno de los cuatro grandes del thrash metal: Anthrax.

Entregados al 100% y con el sonido pésimo que a todos nos enfureció, la vibra metalera resaltó. El cover de AC/DC ‘TNT’ logró que la multitud desgarrara sus gargantas, los pocos segundos de ‘Raining Blood’ en honor al recién fallecido Jeff Henneman marchitó por un momento nuestras pupilas al recordar los buenos tiempos de Slayer y unas lágrimas escurridizas en las mejillas de muchos dedicadas a James Dio y Dimebag Darrell.

Todo cambió cuando ‘Friggin’ in the Rigging’ de los Sex Pistols sacudió los micrófonos y los explotó con  ‘Among the Living’, ‘Madhouse’, ‘Indians’, ‘Caught in a Mosh’ y ‘I am the Law’.

‘Antisocial’, el rey de los clásicos terminó por reventar nuestro pulso y la energía contagiada por un Palacio de los Deportes lleno en las zonas D y E, dio como resultado un solo grito dirigido a Joey Belladonna, Scott Ian, Frank Bello y Charlie Benante.

Para cerrar con broche de oro, la leyenda británica de rock & roll Motörhead, como lo expresa Lemmy Kilmister, detonaron los más grandes agudos de cada uno de los presentes.

¡Viva México cabrones!, se escuchaba como oración proveniente de la voz ronca de tanto Marlboro y Jack Daniels de Lemmy. Cajas de audio, bajos ensordecedores a una sola nota, metales que vibraron durante un par de minutos gracias a Mikkey Dee, hicieron un fondo sencillo que fue basto para los fieles “old school”.

‘Metropolis’, ‘Over The Top’, ‘Damage Case’, ‘Stay Clean’, y ‘The Chase Is Better Than The Catch’ fueron temas del setlist que mezcló lo viejo con lo nuevo.

Su despedida ‘Killed by Death’, ‘Ace of Spades’ y el final con ‘Overkill’, las canciones que todos queríamos escuchar y aunque nos quedamos con ganas de más, su actuación espectacular nos dejo bien servidos.

Sin saber si era de día o de noche, el Domo de Cobre volvió a vibrar con la segunda edición del Force Fest 2013 en la Ciudad de México.