El siguiente texto es un extracto de los resultados del taller “Periodismo Digital: Exceso & Agotamiento”, que más allá de las denotaciones negativas del título, tiene que ver más con entender el panorama y abordarlo desde otro ángulo o al menos, morir en el intento.
El primer paso fue poner sobre la mesa nuestra concepción de “oblicuo”, para después entender el concepto de “pensamiento oblicuo”, que resumimos como la capacidad de amoldar nuestras ideas y de deconstruir para armar algo diferente, además le dimos un repaso rápido al aceleracionismo en el capitalismo y a nuestra relación con la creatividad.
Todo esto ocurrió mientras en el fondo sonaba música del músico compositor y productor musical Brian Eno (1948), que además de ser un reconocido productor se dio el lujo de desarrollar junto al artista plástico, teórico del color y explorador del arte Peter Schmidt (1931) unas tarjetas que ayudan a superar el estancamiento creativo, el mazo de cartas contiene frases que sirven de guía aunque son de libre interpretación, a esto se le llama estrategias oblicuas.
Este oráculo que recuerda un poco la tradición de la cartomancia deja al consultante más libertad para “jugar con él” e interpretarlo. Compuesto de frases y sugerencias abiertas, es un éxito. Ha tenido al menos seis reimpresiones desde su creación hasta la fecha y ahora puede conseguirse directamente en la página de Brian Eno.
Así que para cristalizar el aprendizaje y aplicar las estrategias oblicuas cada uno tomó una carta y basándose en su leyenda reseñamos la canción de Yves Tumor, Limerence.
¿Se puede volver a la vida con sólo escuchar una canción? Muchos dirán que la música en sí es vida, un halo de luminosidad que dota de sentido a nuestro quehacer cotidiano. Pero seguramente no se han puesto a pensar en el ambiente que provocan ciertas melodías. Un poco de atención basta para regresarnos a la reflexión y saber qué está pasando con nuestra existencia.
Limerence, de Yves Tumor, artista experimental de Tennessee, logra crear una pieza cargada de imágenes oníricas que documentan nuestro paso por la Tierra. Un collage ambiental creado con sampleos, sintetizadores y una conversación entre una pareja que normalmente pasaría desapercibida si no fuera grabada. Armonías que invitan a contemplar el paso irreparable del tiempo.
Como si sintieras un golpe húmedo justo en la coronilla. Segundos después, las gotas perfectas y sincronizadas te acribillan. Las chicas de al lado, lejos de preocuparse por su peinado o su ropa empapada, sueltan carcajadas. Su risa te despierta del trance.
Lluvia, rayos y risas cómplices cobijadas por ritmos etéreos en un mundo cotidiano, en donde hay tiempo para la paz y la configuración de identidades. Un concepto mono no aware distante de la realidad para el mundo comercial, pero que llena de alivio al ser humano. Una invitación a la introversión.
Muchas veces no distingues entre la realidad y los sueños. En lo cotidiano ves personas que ya no están. Caminan al lado o te sonríen en la calle. Pestañeas y ya no existen. Así, la mayor parte del tiempo, vives entre dos mundos. Y en el universo real no haces realmente algo importante.
Un camino que no te resulta nuevo, incluso podría sentirse familiar, pero en ocasiones llegas a desconocer hasta desubicarte. Es como estar saliendo de un mareo. Un camino del que no quisieras irte sin antes ansiar lo que está por venir.
Siempre pasa que caminas, respiras y hasta piensas por inercia. A veces se te olvida que es lo que vas a hacer, te pierdes en tus memorias.
Ese sabor aunque ya has probado quieres seguir saboreando, descubrir esos nuevos tintes distintos en cada paladear, hasta llegar a empalagarte porque te parece dulce, salado, picoso o en ocasiones hasta agrio.
El mismo en el que llegas a sentirte agobiado con ganas de escapar. Un camino largo que reúne todo aquello que te atrae. Ese en el que sólo habitas tú, pero que compartes con otro.
…Que recorres y reinventas una y otra vez, una relación interpersonal ese es el sonido de esta canción.
“Limerence” es una noche de primavera en el campo, donde los cocuyos usan su luminiscencia para encontrarse. Los sonidos electrónicos que acompañan la melodía obsesiva, tienen una naturaleza más oscura que nivela de manera perfecta la luminosidad de la canción.
Sin una líria, cuenta con diálogos que le da una característica ambiental que podría confundirla con el score de una película. La delicadeza de sus notas transporta al escucha a su lugar feliz.
Serpent Music del cual se desprende Limerence fue editado por P. A. N., sello alemán que se caracteriza por fichar a artistas que rozan lo electrónico con lo experimental. Como es el caso de Yves, Eartheater, Toxe, Amnesia Scanner y Lee Gamble entre otros.
El disco Serpent Music en particular fue grabado a lo largo de tres años (2013-2016) entre Miami Leipzig Los Angeles y Berlín. El álbum abarca piezas musicalmente diversas y ricamente texturizadas, formadas por instrumentos orgánicos en vivo, muestras y varias grabaciones de campo. La psicodelia lo-fi de ensueño se sienta junto con las experimentaciones electrónicas rotas, las composiciones ambientales entre el ruido abrasivo ofrecen una visión de un mundo extraño inquietante. Desde voces corales melódicas y altísimos sintetizadores, hasta chirriantes riffs de guitarra, dramáticas muestras de palabras habladas y percusiones en vivo, ‘Serpent Music’ evidentemente se mueve a través de un viaje personal extraño e intrigante.
Si se piensa en repeticiones obsesivas puede relacionarse con algo estresante, pero el ingenio y talento de Yves tumor lograron llevar esta idea a un paraíso etéreo de nubes iridiscentes y recuerdos felices.
Mono no Aware significa para los japoneses sensibilidad y empatía, es una filosofía de vida y una manera de interpretar la naturaleza dentro de una obra de arte. Entonces, si un disco se llama Mono no aware pensamos en canciones melódicas que nos recuerdan la fugacidad de la vida como la Novena Sinfonía del ruso Dmitri Shostakovich o Alas del mexicano Arturo Márquez.
Quizá Yves Tumor lo único que hizo fue tomar los sonidos de su cotidianeidad que le causan nostalgia, que le recuerdan los valores humanos que perdemos en el ajetreo citadino. Por eso, suponemos que nombró a su canción Limerence por su significado de tristeza cuando no estás con la persona que amas. Quizá pensó en la melancolía de la naturaleza hacia la falta de solidaridad y memoria del humano.
Algunos describen su música como un experimento de repugnante belleza, disonante, apocalíptica. Poco conocemos de Yves Tumor, su nombre permanece en lo incierto y un sin número de apodos lo han acompañado a lo largo de su carrera, no se sabe con exactitud su lugar de nacimiento, ni conoceremos nunca su comida favorita… Pero, ¿quién necesita saber de eso para poder disfrutar de sus dulces y complicadas electromelodías?