Marvin 2017: esa última curva, la más larga de todas

Dicen que si uno tiene claro a dónde quiere llegar, todo el trayecto se convierte en un regalo. Es un continuo disfrute, sin importar cuán largo y doloroso sea. En ese sentido, la música sigue teniendo ese sentido, ese poder de sentirse identificado, en paz, porque todos vamos en el mismo barco, sin importar los motivos que nos llevaron a embarcarnos.

La edición 2017 del festival Marvin fue toda una última que cargar a cuestas, con logística intrincada, múltiples cosas pasando al mismo tiempo, hincharse los pies con los cambios de venues. Y al final, el destino estaba ahí: el rap mexicano, en mancuerna con el rock gabacho. Los Television coronando.

Un sábado entrañable, memorable y para la posteridad, en la que las caras conocidas son sonrisas, abrazos y tragos compartidos, en la que la calidad en la tarima se refina con cada emisión, en la que tomamos consciencia de que México tiene músculo sonoro, uno asombrosamente cada vez más polimorfo y contundente en su en vivo.

Dice Morrissey que la última milla es la más larga de todas, pero la preferimos así: hasta tarde en festivales como el Marvin, cansados y sudorosos como en los saunas de los compadres. Volviéndonos locos como quinceañeros al ver a nuestra primera banda. Rock, bajos electrónicos, frecuencias poderosas. Bien por esa última milla de Marvin, en la que convierten su statement editorial en festival. Más años así, y que realmente no sea la última.