Converse es una de esas pocas marcas que puede ufanarse de tener una conexión genuina con la cultura juvenil y su gusto por la música. Los tenis clásicos de la marca son una verdadera suerte de fenómeno. Los conciertos protegidos bajo el halo del branding suelen ser intrascendentes dentro de la escena de conciertos en nuestra ciudad en su mayoría, más si son a puerta cerrada, a excepción, claro, de los asistentes.
Sin embargo, la iniciativa de la marca en México en torno a Converse Rubber Tracks, que culmina con la celebración de dos excelentes conciertos en el Plaza Condesa (10 y 11 de julio) es una gran excepción por diversos motivos. Uno de ellos la facilidad para conseguir los boletos si uno se ponía “trucha”, y el otro gracias a sus buenos carteles propuestos.
La primera emisión corrió a cargo de los finalistas del Rubber Tracks, Candy Colors, las poderosas Ruido Rosa y las californianas Dum Dum Girls, quienes dejaron picados a varios desde el Corona Capital del año pasado (2013).
La noche pintaba para disfrutar guitarrazos, guapura en escena y rock sin demasiada complejidad. Todo bien. Candy Colors no estuvo mal si te gustaba Interpol rebajado, se nota muy buena ejecución pero cero sonido propio y una carencia enorme por encontrar la identidad del frontman en el escenario. Sin embargo la respuesta de la gente fue fría pero muy respetuosa.
Siguieron las chicas de Ruido Rosa, que aunque cada vez lo hacen mejor se les extraña la mugre y el rock más machacón. A cambio han invertido en despliegue técnico y vocal mostrándose como una gran alineación de pop rock desenfadado. En la óptica particular de quien esto escribe, el exceso de inflexiones vocales de su cantante da al traste con lo bien que suena su música. La sorpresa para algunos vino con la invitación de Javier Blake de División Minúscula para cantar un tema.
Un prendidón se sintió en el Plaza Condesa, que estaba teniendo un jueves bueno a secas, variopinto de público no tan entendido y tibio en su respuesta. Para estas alturas ya habían pasado más de dos distorsiones ofensivas para los oídos, patinadas derivadas de una mala ecualización, misma que no abandonó del todo toda la noche. ¿Alguien notó la cantidad apabullante de fotógrafos que asistieron?
Lo bueno de las Dum Dum Girls es que no se requiere demasiada parafernalia ni complejidad para disfrutarlas. “One, two, three…” y ¡vámonos! Temas románticos, temas roquers, unas chavas que en ocho años se sienten más amarradas y profesionales que nunca, y pese a que ya no suenan igual de garage que en sus primeros EPs antes de firmar con Sub Pop son muy disfrutables en vivo. La gente las quiere un montón y sus temas equilibran bien la melcocha con la distorsión y el fuzz ocasional. Sin embargo, la mala ecualización opacaba la voz (como en Ruido Rosa) y de a poco sólo los muy entusiastas evidenciaron las ganas y el trabajo por salvar la noche, una que fue bien a secas, que estuvo en su lugar con sus elementos en tiempo y forma. Se extraña un poco de caos y grasita en el ambiente, sólo eso, aunque sea un concierto “brandeado”. La gente se lo merece y Converse podría darse ese lujo. Balance neutro.