¿Rolas sin letra pero con la capacidad de hacerte sentir más que cualquiera que si la tiene?, mejor aún ¿eres de los que les llama la atención esas bandas de nombres larguísimos con portadas que parecen sacadas de los sueños más raros?
Probablemente has estado coqueteando con el post-rock más de lo que crees
Y es que, este se trata de un género que durante años ha vivido a la sombra de muchos otros, siendo normalmente relegado a playlists y selecciones de nicho (algo muy similar a lo que ocurre con el math rock), lo que tal vez, da la impresión de ser un tanto pretencioso o tratarse de “música para los músicos” poniéndolo en un punto más separado que pareciera no estar hecho para que “cualquiera se acerque”. Sin embargo esto no es así.
¿Qué demonios es el post-rock?: Guía para entrarle a un género particular
El término surgió en los noventa como una forma de describir a bandas que usaban instrumentos de rock tradicional (guitarras, bajo, batería) para hacer algo que no sonaba parecido, sin embargo más allá del misterio y la emoción, el post-rock tiene una arquitectura sonora que vale la pena explorar. Escucharlo bien es casi como apreciar una catedral: hay que fijarse en las columnas, las sombras, las alturas.
Es como si lo que conocemos como rock se hubiera metido a estudiar cine, arquitectura o filosofía, y en vez de querer que cantes con él, quiere que lo sientas.
1. Adiós estructuras tradicionales y lineales
Primero lo primero: olvida la estructura clásica de verso–coro–verso. Ya que aquí se mueve más como una espiral o una montaña rusa emocional. Las canciones empiezan con un patrón sencillo (un arpegio, una textura) y poco a poco crecen. Se acumulan capas, efectos, pequeñas variaciones, hasta llegar a un clímax donde todo explota… y después baja otra vez, como si la canción respirara.
Esa técnica se llama crescendo, y es uno de los recursos más icónicos del género. Pero no se queda ahí. Las guitarras, por ejemplo, no buscan riffs pegajosos, sino atmósferas: suenan como olas, ecos o remolinos, gracias a pedales de delay, reverb, loopers y efectos que multiplican las notas en el espacio. En vivo, las pedaleras de un guitarrista post-rockero pueden parecer una consola de vuelo.
2. Bases y pulsos que cobran protagonismo
La batería no siempre marca el pulso de forma tradicional. A veces es tan sutil que parece un susurro; otras veces golpea como si intentara tumbar una muralla. Su función no es tanto llevar el ritmo como expresar estados de ánimo. Lo mismo el bajo: no está ahí para ser el pulso groovy, sino para sostener la armonía o crear tensión con drones y notas largas.
3. Armonías sin resolución en la mayoría de los casos
¿Y qué hay de la armonía? Aquí las reglas también se relajan. Nada de progresiones pop previsibles. El post-rock prefiere acordes suspendidos, armonías modales, o incluso acordes que no resuelven. Es música que se rehúsa a darte certezas, como una frase sin punto final. Por si fuera poco, muchas bandas suman elementos de cuerdas, sintetizadores, samplers o incluso grabaciones de campo (ruido de lluvia, trenes, respiraciones). Todo para construir paisajes sonoros envolventes que se escuchan como si uno caminara dentro de un sueño.
4. ¿Y las letras?
Cuando uno esta acostumbrado a otro tipo de géneros, obviamente encontramos en sus letras el contexto que nos sirve para darle sentido a la canción, es decir, ¿de qué habla? ¿Es de amor?, ¿de rupturas?… De alguna manera estamos condicionados a un tópico específico o una emoción que muchas veces pasa la melodía a plano secundario, sin ahondar en la carga emocional que puede tener esta última de manera independiente a la letra (por supuesto, siempre es liberador poder cantar un sentimiento compartido a los cuatro vientos para el que un artista supo ponerle nombre)
Sin embargo (spoiler alert) aquí esto no va a pasar, pues que la presecencia de letras y voces (si es que las hay), no son lo importante, lo importante es lo que te hacen sentir. Y eso puede variar mucho: hay canciones que se sienten como el momento más intenso de tu vida, o como el abrazo que desearías vover a sentir, otras que son una película de ciencia ficción narradas a través del sonido.
Piensa en canciones largas que se construyen como una narrativa sin muchas palabras, y que explotan en torbellinos emocionales. Como una marea apacible que, sin previo aviso explota en una tormenta de sonido que te golpea y sacude. Y luego vuelve a bajar.
En pocas palabras, el post- rock devuelve la libertad de sentir e interpretar lo que el sonido inspire. Se trata de dejarnos llevar, mientras se explora desde adentro.
Primeros pasos: cómo entrarle al post-rock sin tropezarte
Entrarle al post-rock puede sentirse como mirar un océano por primera vez: amplio, un poco intimidante y lleno de corrientes. No hay camino correcto, pero sí hay puertas de entrada y aunque no exige tu atención, si se la das, te lo recompensa con momentos que parecen trascender el tiempo.
Puedes escucharlo mientras trabajas, viajas, piensas o lloras por cosas que ni tú sabías que te dolían.Y es que a pesar de su fama introspectiva, es un género profundamente humano. Es la banda sonora del alma cuando se queda sin palabras.
- Empieza con piezas más accesibles (¡y más cortas!)
Algunas canciones post-rockeras pueden durar hasta 20 minutos. Pero no tienes que lanzarte directo al océano. Prueba con temas de bandas como Explosions in the Sky (“Your Hand in Mine”) o Sigur Rós (“Hoppípolla”) para empezar con algo que, aunque instrumental (o cantado en islandés inventado), suena familiar y emotivo.
- Escoge un mood, no un disco
El post-rock se trata más del viaje que del destino. ¿Quieres algo melancólico, épico, ambiental, agresivo, esperanzador? Aquí unas ideas breves para empezar.
Para días nublados: Mono, This Will Destroy You, Aluches
Para sentir que estás en una película: Caspian, Grails, Wohl
Para lo experimental y raro: Godspeed You! Black Emperor, Do Make Say Think
- No te frustres si no “pasa nada”
Hay canciones donde la magia está en el crescendo: ese momento en que todo sube, sube y explota. Pero también hay piezas que simplemente flotan. Eso también es post-rock. No todo necesita un clímax.
- Busca lo local
En México y Latinoamérica hay una camada interesantísima de post-rockers que entienden el idioma emocional del género desde otra perspectiva.
Aquí unos ejemplos (en su mayoría mexas) para que les de una oportunidad:
- Aluches (México)
- Arty (México)
- A Shelter in the Desert (México)
- Blanco Teta (Argentina)
- Dot . (México)
- Galgos (México)
- Kjjjjjjjjj (Argentina)
- La Ciencia Simple (Chile)
- The Polar Dream (México)
- Tortuga Anónima (Chile)
- Vyctoria (Perú)