Hace diez años, si alguien le hubiera preguntado a Fabo Zugaide que dónde se veía en el mediano plazo, seguramente hubiera contestado lo mismo: “chance sentado frente a una mesa, con mis amigos, jugando póker y tomándome una cuba pintadita”. Nadie imaginaría que esa labor de suplicio que es llevar un portal musical, con todos los momentos que eso conlleva (más amargos que dulces), le daría cuerda para rato.
El periodismo musical en México, y sobre todo el que se hace en el orbe digital, está plagado de una presión malsana: la capitalización del clic. Muchas veces, esa hambre ha llenado al gremio de noticias insulsas, con el contenido proteínico de un puñado de cartón, en donde artículos virales, incorrecciones políticas y “cosasquenadatienenqueverconlamúsica” conviven en un mismo sitio, llevando la credibilidad a lugares ínfimos. Y pues eso: somos demasiados, estamos depauperados y hay que sacrificar a veces. En ocasiones la plantilla y el algoritmo empuja un poco al contenido, otras tantas es la coyuntura la que nos ayuda a aumentar el volumen.
Hace una década, cuando Fabián Zugaide y Ricardo Pineda decidieron matar Dilata, el proyecto anterior a Freim! Que contemplaba un idílico mundo de letras y música arriesgada, el patrocinio familiar imperaba, la generación Stroke aún seguía caguameando y no había mucho que perder. Sin embargo, con el paso de los años Freim se hizo de un público y un nombre, que si bien igual compite con los granados y los vacuos, siempre tiene una perla para leerse, una nota del día efectiva para enterarse y un par de pases para regalar a sus lectores.
Por Freim han pasado años de reportar la vida musical del país, desde sus gustos masivos y los retruécanos de quienes veían en Pitchfork el modelo a seguir, hasta el subterráneo más correoso de la escena mexicana, en donde las listas, las crónicas y reseñas, así como los artículos lúdicos y de fondo articularon a esta otra revista y luego portal.
En diez años, nadie en Freim se ha hecho rico, pero sí hemos profesionalizado una pasión. Han desfilado hordas de fans que una vez crecidos se olvidan que alguna vez rockeaban duro, pero también han dejado sus palabras buena parte de las plumas musicales que hoy son referentes de la escena local. Casi sin querer, con muchas fiestas y conciertos de por medio, Freim ha logrado archivar una memoria importante de música igual de trascendente. Hemos podido viajar y brindar fuera de la computadora, nos hemos hecho amigos y seguimos avanzando de forma asombrosa.
Las fiestas de aniversario, los trolleos de textos y la defensa de nuestra palabra para ganarnos una voz entre los que se dicen más duchos en el escuetísimo mundo digital local, han sido parte de nuestro aprendizaje, mismo que hoy, con kilos, canas y cicatrices a cuestas conforman nuestro ADN como portal de trends y música.
La primera década de Freim nos agarra contentos, con los objetivos meneados pero el panorama abierto, con el umbral financiero difícil pero con una tonelada de peleas por librar. Gracias a todos los que nos han acompañado hasta acá, que en algún momento nos han dicho: “no mamen, no lo cierren. Sigan”, a nuestros enemigos y detractores porque son la antorcha que ilumina esta casa.
Hoy, tras una década de chingadazos editoriales, desveladas periodísticas y desencantos digitales, si uno se acerca a un ya madurito y versado Fabo Zugaide y le pregunta que en dónde se ve dentro los siguientes diez o 20 años, su respuesta será la misma: Frente a una computadora, editando Freim.
En términos de las cosas que importan, una década no es nada. Es apenas el principio. Eso dicen.