Escrita por Irma Duarte.
Recientemente me he hecho defensora de la postura de que uno debe de asistir al cine con la mente abierta e incluso, tal vez, sin saber mucho del filme que va a ver para evitar llegar con expectativas (tanto buenas como malas). En esta ocasión, rompí ambas de mis “reglas”antes de llegar a ver Locked – la película más nueva de David Yarovesky – pues llegué con un conocimiento previo además de ciertas expectativas de que sería una buena película.
Locked sigue la historia de Eddie, un criminal que, al estar en aprietos económicos, decide intentar robar un vehículo de lujo que encuentra abierto en un estacionamiento. Al estar dentro de éste, el mismo se cierra para no volverse a abrir por dentro – dejando a Eddie dentro y sin escapatoria. Desesperado, intenta usar su conocimiento de automóviles para salir, pero entra una llamada al coche que le deja saber que William, el dueño, ahora lo torturará por sus malas decisiones y acciones criminales.
A primera instancia, Locked propone una premisa sumamente interesante. Plantea el clásico escenario de que el criminal será castigado por alguien de moral dudosa, excepto que esta vez el escenario es un coche de lujo – dejando así a la supuesta víctima aún más cerca de su libertad, pero aún a la merced de un anónimo verdugo. Refresca lo suficiente el cliché cinemático como para llamar la atención y lograr que la audiencia le dé una oportunidad a la obra.
Asimismo, refuerza esto con un elenco de primer nivel – Eddie es interpretado por Bill Skarsgard, mientras que William es interpretado por Sir Anthony Hopkins. Son actores reconocidos por sus papeles (curiosamente, ambos tienen mayor reconocimiento por sus interpretaciones de villano) y por su entrega al rol. Los dos también son partidarios de tomar riesgos creativos, mismos que los han llevado a ser aclamados por el resultado final de sus decisiones – sólo toma ver a Hannibal Lecter o a Pennywise (e incluso, Nosferatu) para saber que ambos tienen talento de sobra para actuar.
Sin embargo, todas estas promesas de algo grandioso no llegan a cumplirse puesto que se prueba una vez más la hipótesis de que no importa si los elementos son grandiosos si está a cargo alguien que no sabe manejarlos. La cinta está dirigida por David Yarovesky, el infame director de otra película que no supo cumplir lo que prometía – Brightburn (2019). Locked, al igual que su predecesora, no logra comprometerse en ningún momento a un ritmo ni a un tono – dejando que el resultado final sea desastroso.
Lo único bueno del tercer acto es la aparición física de Anthony Hopkins, lamentablemente, sale tan poco que denota que tal vez no hubo suficiente presupuesto para lograr que el actor inglés estuviera más de 2 o 3 días en set.
Dicho esto, Locked también abre la incógnita, ¿será que Bill Skarsgard fuera de una fuerte caracterización no sabe elegir proyectos? Realmente es un buen actor, hay ciertos momentos donde se asoma quién yace debajo del maquillaje de Pennywise – tal vez por eso es que uno no sale de la sala y decide seguir dándole la oportunidad de que la cinta nos muestre que es algo más.
Lo más interesante de la película, técnicamente hablando, es la manera en la que incorpora el material grabado por las cámaras del mismo coche, pero, este recurso es usado tanto que se quema muy rápido la sensación de innovación. De igual modo, la construcción y elaboración del coche – que, por cierto, es único para la cinta y costó más de 1.3 millones de dólares- es algo digno de reconocerse, pues es lo que te atrapa en los trailers de la película.
Finalmente, Locked es una película que – como muchas otras- se beneficiaría de no decir mucho antes de meter a las audiencias a las salas. En si, no es una película completamente mala- es un thriller lo suficientemente entretenido para pasar una noche casual (¿perfecta tal vez para una “date night”?) o acompañarte en un trayecto en coche/avión.