Fue hace unos cuantos años que The Magic Numbers definía el rumbo musical que tomarían algunos. La popularidad que lograron fue tan fuerte, que les llevó a tener una presentación en el escenario principal del Vive Latino. Ocho años han transcurrido, un abarrotado Plaza Condesa pedía un tiempo a solas, la necesidad se hacía inminente y la reserva, muy remota.

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La noche comenzaba con Madame Recamier, quien tras ofrecer un pequeño set de 30 minutos, emocionaba de más a la asistencia. Imposible pasar por desapercibido la gran  cantidad de personas por encima de los 26 o 27 años; a final de cuentas, esa era su noche.

Las luces se apagan y llegaba el momento, el saturado foro ovacionó y sin más, comenzó a sonar “Wake Up”. El hecho de que los ingleses estuvieran sobre el escenario, aun no caía en cuenta de algunos, pues la ovación y la emoción seguía aún comenzada la noche.

No es común encontrar una alineación como la suya. Las parejas de hermanos Gannon y Stodart cautivan de una manera bastante emotiva; el ambiente familiar de la banda se siente no solo en canciones como “Forever Lost” o “Love’s a Game” sino a lo largo de todo el set.

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Está de más mencionar la fluidez con la que la que cada uno de los integrantes realiza su aportación al concierto, pero sin lugar a dudas, los movimientos y energía con la que Michele Stodart toca el bajo en cada canción, capta la atención de cualquiera.

No importó si se trataba de la primera o segunda vez que se les veía, la nostalgia se sentía y sin lugar a dudas el goce estaba a su tope.

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“Why Did You Call?” de su material de 2010 The Runaway, logró emocionar de una manera distinta. La participación de las voces de Michele y Angela ponían un toque armónico que hacía corear al venue completo.

Para el final del set y con todo de lleno, “Take a Chance” junto a “Love me Like You” llevaron al recuerdo. Los brazos en alto, algunos bailes y las cientos de voces que sonaban, eran prueba de la paciencia con la que los fans esperaron dicha noche.

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Unos cuantos minutos bastaron para retomar la tarima e interpretar un par de canciones más. Nadie quería un fin. A pesar de la hora y media, el público necesitaba más; y para bien, el alegre ritmo de “This Is a Song” cerró junto a la promesa de regresar pronto, siempre y cuando se quiera vivir un recuerdo más.