Fotos: @fabozugaide
“Lleva pañuelos” tuiteó alguien horas antes de salir de mi recinto Godínez a disfrutar de una de las noches más prometedoras de la semana. El concierto de una de las bandas entrañables de mi adolescencia.
La larga fila y el insoportable tráfico, no podían manchar una noche en la que la banda escocesa se presentaría tras un año en su afanosa presentación en el Corona Capital
Debo decirlo, me encanta Travis, me encanta lo que hacen y cómo lo hacen desde su disco “Good Feeling” del 97. Es una banda limpia, tan sensible que me recuerda a un campo lleno de flores en el que puedes correr enamorado al coro de ‘Happy’. Las luces del recinto se apagaron abruptamente y yo apenas terminaba de comer mis papas “chips” que estaban de venta en una isla de Sabritas.
Mi compañero gimió y exclamó “a ver si no lloro, Travis me eriza la piel” y así inició el concierto, con aplausos tras la salida al escenario de un Francis Healy a la Carl Marx.
No sé si fue melancólico o reflexivo, pero el pensar que hace apenas 10 años… esperen, ¡10 años! Han pasado desde que escuchaba ‘Some Sad Song’. Travis sin duda abrió con una de sus mejores selecciones como ‘Pipe Dream’, ‘Moving’ ‘Love Will Come Through’ ‘Driftwood’, y sintiéndonos privilegiados de estar presentes, observábamos de izquierda a derecha -mirando de frente el escenario- a Dougie Payne en el bajo; Francis como el aplaudido frontman; Neil Primrose en la batería y Andy Dunlop en la guitarra.
Esta noche el amor que Travis le tiene a nuestro país, y el que los fans que los han seguido durante más de 20 años, se sintió bajo una atmósfera de melancolía.
El momento cumbre llegó con ‘Where You Stand’, en la que algunos fanáticos tuvieron la suerte de tocarle la mano (y tomar miles de fotografías) a Francis, pues, animado, bajó a cantarle a su público frente de la valla.
En este momento, los sentimientos se encontraban a flor de piel, yo creí que el acompañante de verdad se contuvo.
A partir de este punto los sentimientos afloraron aún más: algunos fans tiraron lagrimitas discretas y cerraron los ojos para poder cantar ‘Side‘, ‘Closer‘ y ‘Sing‘, trío de temas que pusieron la piel chinita a los fanáticos de la banda.
Healy agradeció a México su cariño, su esfuerzo por los coros, y nos compartieron una buena noticia: “En octubre y enero vamos a entrar al estudio a grabar nuevas canciones y si todo sale como debe de salir, en abril mayo estaremos lanzando un nuevo disco”.
Sin duda, una noche mágica, y aunque sí, los años pasan, bandas van y vienen, pero Travis sigue intacto, grabando discos, dando grandes conciertos… claro, tenían derecho al pedir un receso -de cinco años entre Ode to J. Smith y Where You Stand- pero eso es comprensible. Esta noche, nos tocó ver a un grupo que todavía está gozando de un gran periodo musical y se dan el lujo de seguir promoviendo un disco sorpresivamente bueno.
Algo que, en lo personal, me mató, es lo bien que sonaron en el escenario, nunca soltaron una nota en mal tono. Nos asombramos con un Andy Dunlop parado sobre los amplificadores, haciendo llorar la guitarra.
Gracias a Travis por hacer de esta noche, una noche inolvidable, emotiva, llena de lo bueno, lo imprevisto, y el primer sencillo inolvidable con el que se abrieron paso hacia lo que apunta, llevarlos a un grupo leyenda. ‘All I Want to Do Is Rock’
