Hay canciones que suenan como una cachetada elegante. Letras que no piden permiso, melodías que no buscan gustar, sino decir. “Try Hard Committee” de Valentina Perdido es una de ellas: una advertencia disfrazada de beat, una crítica envuelta en terciopelo. Desde Nueva York, pero con raíces puertorriqueñas y un oído puesto en el mundo, Valentina no viene a encajar: viene a romper moldes, a cantar en dos idiomas sin pedir traducción, y a recordarnos que en la música —como en la vida— la autenticidad no debería ser una estrategia, sino un acto de resistencia.
Inspirada por nombres tan dispares como Amy Winehouse, Fiona Apple, Donna Summer y WHAM!, Valentina entrelaza nostalgia con frescura. En su propuesta conviven la sofisticación del soul, el descaro del pop, la energía de la música disco y una sensibilidad lírica que recuerda a las grandes narradoras del dolor íntimo y la rabia contenida. Pero es su carácter bilingüe —capaz de componer y cantar con naturalidad tanto en inglés como en español— lo que termina de colocarla como un puente generacional y cultural para las nuevas audiencias globales.
Detrás del refinado sonido de su primer EP están los productores Armando López y Matteo Burr, reconocidos por su trabajo con Bad Bunny. Su nombre comienza a sonar en los círculos que importan: ha abierto conciertos para artistas como The Marías y los legendarios Enanitos Verdes, y ha sido convocada a espacios de creación tan relevantes como “She Runs The Boards”, el campamento de composición organizado por ASCAP, Apple Music y Platoon. Allí colaboró con figuras como Lena Burke, Luchy, Luisa Almaguer y Marcela De La Garza, reafirmando su compromiso con una música que es tan colectiva como íntima.
Pero más allá del currículo, Valentina brilla cuando habla desde lo visceral. ‘Try Hard Committee’ nació de la frustración. Venía de un fin de semana tranquilo con un amigo, y en el tren de regreso, ya estaba de vuelta en esa dinámica de presión constante por probar que valgo, por hacerlo perfecto. La canción salió en ese trayecto”, ha dicho. El resultado es una pieza que combina ironía y honestidad brutal, con una producción que no esconde las grietas, sino que las convierte en parte del mensaje.
Apenas el pasado 19 de marzo, Valentina se presentó por primera vez en la Ciudad de México, tocando en el andén del metro Copilco. En un gesto poético, trajo su voz hasta el corazón de una ciudad que vibra entre la precariedad y la inspiración constante. Durante su paso, escribió con compositoras y productoras mexicanas, entre ellas Covi Quintana, Shu Cantoral, Agua y las productoras RPLK y GRTSCH, ampliando su red creativa y reforzando su apuesta por el diálogo transfronterizo entre artistas.
Con un EP debut que ya la coloca como una de las voces emergentes más prometedoras del año, Valentina Perdido parece tener muy claro que su lugar no está en complacer al comité del esfuerzo excesivo, sino en recordarnos que la vulnerabilidad también puede ser poderosa, y que hay belleza en decir: basta.