“La ropa le sienta mejor a la gente que se empeña en usar su inteligencia”

Vivienne Westwood.

Por Karina Almaraz

Contrario al lema que caracteriza al punk, Do It Your Self (DIY), que se convirtió en una forma de vida que consiste en emanciparse del consumo a través de la auto gestión, la imagen definitiva de este movimiento, mostrada al mundo por el grupo inglés Sex Pistols, se debe a un cuidadoso trabajo de marketing, pirateado de las calles por el representante de los Pistols, Malcolm McLaren, y tocada por el talento de su esposa (de entonces) Vivienne Westwood.

Mi maestra es una punk roquer.

Es curioso, cuando se menciona “maestra de escuela primaria” una jamás se imagina que esos seres de batas de mascota y depositarias de la primera sabiduría infantil son en su interior una Peaches o a una Vivienne Westwood, dispuestas a practicar una sesión de BDSD al más puro estilo 24/7 (sí: necesitan más que un diccionario para entender).

Antes de que Vivienne Isabel Swire catalizara la moda que brotaba a su alrededor, dio clases en una primaria al norte de Londres, donde seguramente se dio vuelo con las tijeras, la diamantina, el pegamento y castigando a sus pupilos… Cosas reflejadas en el estilo de sus prendas, ayer cosa de punks, hoy haute couture.

Vivienne nació el 8 de abril de 1941 en Tintwistle, Glossop, una villa en Derbyshire, que abandonó para ir a Londres a estudiar arte en Harrow’s, primero, y en Trent Park Collage después. A los 17 años se casó con Derek Westwood de quien conserva un hijo y el apellido, ya que de él se divorció a los 20.

Con veinte años y su nombre de batalla, más un chamaco, conoció a Malcolm McLaren, entonces sólo un nofuture que intentaba diseñar ropa.

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En un pasaje comercial como el Savoy del centro, pero en Londres, llamado Garage Paradise, McLaren abrió una tienda dónde vendía discos y ropa estilo Teddy Boy’s: chamarra de cuero, pantalones ajustados, playeras blancas, y harta vaselina para encopetarse mejor. Como Elvis al último, James Dean en medio y Marlon Brando como pionero. Esa tienda abrió en 1971, en una calle hoy legendaria: el 430 de King’s Road.

¿Su nombre? Let It Rock.

En 1971 el mundo vivía una cruda hippie, los grandes rockstars de los sesentas se habían hinchado de lana y sus grupos se separaban o sus integrantes se morían. Así bandas como The Who, The Doors, Jimmy Hendrix Experience y solistas como Janis Joplin abandonaban este mundo o no volvían a ser iguales. Los músicos que sobrevivieron tanto amor y paz encontraron que la fórmula llegaba a su fin. El sueño terminaba y los hippies que surgieron de Hyde Park al mundo, crecían y se mudaban a Sillicon Valley, con esas familias que el amor libre había formado exigiendo comida, escuela…

Los más jóvenes necesitaban un nuevo movimiento. En las calles de Nueva York se gestó espontáneamente una imagen que reflejaba el desencanto y desafane ante los alivianados hippies: muchachos enojados gestaron una imagen en las calles, con una pequeña ayuda de la crisis económica (por eso de los pantalones rotos y las playeras rotuladas por uno mismo) y la reciente idea que esta creaba: la falta de oportunidades, el NoFuture.

SEX…

Arropados hasta ese momento sólo por la desesperanza, los No Future la reflejaban en el exterior con sus pelos de punta verdes y rosas, sus collares de perro al cuello, las cadenas de sus aparatos (bicis, lavadoras…): cosas que hallaban en sus casas, convertidas en moda. Y lo hacían ellos mismos.

En Londres la tienda Let It Rock era visitada por los incipientes punks, desconocedores de lo que una visita que McLaren hizo a NY para una exposición comercial de diseño en el 74, desataría.

Primero se topó a los New York Dolls, a los que quiso representar, pero sólo logró “husmear por ahí en sus últimas semanas de vida” y diseñarles unos trajecitos de piel roja con la imagen de la hoz y el martillo representativa del comunismo. Acosándolos conoció a los Neon Boys, que contaban entre sus filas a Richard Hell, el primer punk que McLaren vio en su vida, ataviado con toda la parafernalia DIY. A Hell le debemos la frase Please Kill Me, que tenía pintada con spray en una playera; muchos años después el periodista punk Legs McNeil bautizaría así a su libro con entrevistas a grupos punk de la época: Please Kill Me, The uncensored oral history of punk.

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La escena de Nueva York le debe a Andy Warhol, Gerard Malanaga y a The Velvet Underground la popularidad que los látigos, esposas, cadenas, y demás utensilios sadomasoquistas lograron como prendas de vestir. A Hell las playeras grafiteadas, los seguros en la ropa, las cadenas… McLaren vio todo eso y voló a Londres a contarle a Vivienne todo lo que había visto.

Los diseños de Vivienne estaban influenciados por la moda y la historia antiguas de Inglaterra: el tartan de las faldas escocesas, el encaje, el terciopelo, los vestidos de los siglos XVIII y XIX, que se usaban con botas de tacón llenas de remaches y agujetas… En su mente hizo el maridaje de eso con lo que se usaba en Nueva York y Let It Rock (Too fast to live, too young to die, Seditionaries son otros nombres que ha tenido la tienda) cambió su nombre a SEX, la tienda que vistió al punk para presentárnoslo tal y como lo conocemos.

Con McLaren como representante, los primeros en usar la ropa de Vivienne fueron los Sex Pistols, de quienes la leyenda cuenta que audicionaron para McLaren en la tienda. El mundo conoció a los Pistols al mismo tiempo que a Vivienne.

SEX existe desde entonces, en 1981 cambió su nombre a  The End of the World. En ella han trabajado personajes como Chryssie Hynde, Jordan, Debbie Juvenile y otros. Es fiel al espíritu punk que le dio fama, pero Vivienne Westwood comenzó a diseñar para los altos círculos de la costura mundial.

& The City

Coco Chanell fue la primera en ponerles pantalones a las mujeres, Dior les puso smoking y Westwood les puso bodies (payasitos) de cuero con medias de red, botas con tacones kilométricos y látigos como accesorios. Además fue la primera en presentar tenis en una pasarela.

Después del punk ha trabajado en conjunto con Nine West, Gold Label, Patrick Cox y muchos otros. En 2005 el Museo Vistoria y Alberto presentó una retrospectiva de su obra. Su ropa se presenta en la semana de la moda en París, usada por modelos top como Naomi Campbell; sus modelos los vemos en Vogue, Harper’s Bazaar, y otras revistas de modas; ha trabajado en el desarrollo de encaje de alta tecnología; es miembro de la Orden del Imperio Británico desde 2006 y madrina de una socialité, Lady Elissa Spencer-Wilhelmsen Ainsworth, de quien diseñó el vestido de bodas.

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Y fue un vestido de novia el que le dio un reconocimiento más: En el año 2010 se llevó al cine la película basada en Sex and The City, esa serie para fashionistas que fue súper exitosa. En la película su protagonista, Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) por fin se casa con el amor de su vida, ataviada con un impresionante vestido diseñado por Vivienne Westwood.

Quién iba a pensar de lo qué es capaz el DIY.