Video: Pepe Peredo/@Pepsjam

Si creen que lo bueno de la escena independiente se encuentra sólo en las guitarras escandalosas y los ritmos pegajosos, déjenme decirles que están equivocados. Dentro del DF está surgiendo un  mar de propuestas y la realidad es que muy pocas son las oportunidades para escuchar una banda de calidad –llamémosle- “diferente” fuera de los conciertos de jazz y eventos de perfil más bien reservado; la neta es que se tiene el equivocado supuesto que el querer escuchar música virtuosa es excluyente a las ganas de brincar y bailar a lo loco. El miércoles pasado pudimos conbeber en un ambiente relajado, con gente buena onda y sobre todo, escuchar dos propuesta distintas de la escena local independiente: No Soy y T’orus. La excusa: presentar ante sociedad el primer disco homónimo de ambas bandas.

Les cuento sobre No Soy

No soy es un grupo de amigos que llega de diferentes partes de la república, se conocen desde hace años y la casualidad los llevó a hacer música juntos. Federico Sánchez (guitarrista) me cuenta que el exquisito resultado es derivado de un fascinante “accidente” (él insiste en llamarlo así). O sea ¿Cuántos tienen la suerte? Estoy maravillada, él describe su música como algo tan sencillo, siendo que en realidad escucharlos en vivo es una delicia de una complejidad impresionante, misma que vive en el hecho de ver a cuatro músicos tocando… ¿qué era? ¿Jazz? ¿Rock? ¿Jazz-Rock-Electrofunk-experimental? Es ahí de dónde viene su nombre. Parte de este accidente de amigos los llevo a no tener un género específico, por eso no son.

Yo los conocí por sus sesiones de estudio y sí, me gustaron. De cajón sobresalen de lo que escuchamos usualmente gracias al expertise que podemos encontrar en cada instrumento y la complejidad melódica que vienen manejando; sin embargo, lo que vivimos el miércoles pasado fue algo mucho más  perrón, están determinados a convertir la experiencia en vivo en un must de la escena alternativa en la capital, tan así que por el momento sólo  puedes adquirir su disco yendo a sus gigs.

La neta, no sé ni lo que escuché durante esa noche; era algo que va del funk sabrosón al rock más progresivo en tonos hip-hoperos y beats electrónicos. Mientras veíamos al buen Jorge Servín romperla en la batería, Ulises Peña traía la onda con el bajo y Miguel Alcérreca se encargaba de darle el toque efímero y ligero a la armonía con su vibráfono, todo esto fusionado con la guitarra cortesía de Federico. En conjunto, todo se volvió un revoltijo medio ecléctico que sonará extraño al describir y pudiera parecer algo demasiado rebuscado o complejo. Complejo es, rebuscado no. Es parte de la maravilla de verlos juntos, hacen que parezca esta mezcolanza de estilos algo natural, su música es algo que simplemente fluye y fascina los oídos, llevándote de cero a cien y de regreso a lo largo de toda su presentación.

 ‘Riff de la creación’, ‘Deus Parteculos’ y ‘Si 3 Peo’ son palabras rebuscadas que al final hablan de algo mucho más simple, la neta ellos no se ven a sí mismos como algo tan complicado; esa noche se volvieron el soundtrack de un viaje dentro de la burbuja cósmica-mágica-musical que vienen preparando desde hace años para simplemente dejar de ser y experimentar el deleite en la vida contemplativa; así, cual fiesta bacanal.

Lo bueno: El vibráfono a cargo de Miguel les da una atmósfera atemporal, por ahí escuché decir: “es como el orégano que condimenta el resto de su música”.

Lo malo: No estaba la banda completa, les faltó Ían “El güero” Medina, encargado de la onda electrónica.

Acá los dejamos con una probadita de lo que fue esa noche,

Sobre T’orus

Ellos no dieron introducción y eso que su MC, Erick “El niño”, tuvo mucho que decir durante la noche. Platiqué con Christian Balderas (piano) y me contó un poco de su background. Son cinco músicos de academia que vienen de diferentes historias, con diferentes vivencias y encontraron la receta para trasmitirlo mediante su música; en pocas palabras, son el sonido –real- urbano que estabas esperando.

Cada uno tiene su proyecto alternativo pero con T’orus armaron un combo cabrón. Son amigos, manejan una calidad impresionante en su música y llevan tocando juntos por lo menos 10 años, como resultado no podrían hacer algo malo aun si lo intentaran.

El miércoles pasado T’orus nos voló la tapa demostrando que son unos maestros de la improvisación, jugaron con nuestra mente y nos alternaron de un feeling a otro durante toda la noche. Escucharlos en vivo es como cuando te leen el pensamiento pero a manera emocional; perdiendo consciencia de ello, nos encontrábamos fluyendo de una sensación a otra cuando de repente ya habíamos pasado por muchas y de un momento a otro nos dejaban caer al principio y todo volvía a comenzar, sólo que ahora en lo que pareciera ser una versión alternativa de la misma idea; ¡Ah, Por eso T’orus!

En melodías que iban de lo ácido a lo psicodélico vimos a cada uno volverse el primer fan espectador del otro, era más bien un diálogo instrumental entre cada uno de ellos con el MC. Hablando de Erick “El niño” les cuento que ser testigo de su desempeño fue toda una experiencia; de repente todos nos encontrábamos sumidos en su trip cual sacerdote en plena misa religiosa,  hizo de El imperial su casa y a todos nosotros sus invitados. Su voz era cálida pero de una fortaleza impresionante e hizo del micrófono un arma mortal con la cual ponía en perspectiva nuestro papel en la sociedad -en la vida. ¿Ya les había mencionado que es el 2do lugar en el concurso internacional de MCs de Redbull? Topen la calidad de su trabajo.

Aquí todos se rifaron (rifan) de una manera escalofriante, cada uno tuvo su momento y lo explotaron al máximo para demostrarnos que traen TO-DI-TO. Como banda, es alucinante la armonía que desprenden; te sumergen en un viaje psicodélico que sólo es interrumpido con las rimas de El niño para cambiarte el switch a otro viaje, para llevarte a otro canal.

Lo bueno: El teclado está de lujo a cargo de Christian,  es el elemento primordial que marca la pauta y el mood en el resto de la armonía.

Lo bueno 2.0: Hubo un momento en que Enrique Nativitas se perdió en un virtuoso solo de batería interminable, sólo para ser interrumpido por el demencial bajo de Benjamín García. 

Lo malo: Casi morimos derretidos en el piso con los solos de guitarra cortesía de Aarón Flores; una muerte feliz, cuando menos.

Dense un poco de la experiencia en vivo acá,

Para cuando terminaron, ya me habían desconectado el cerebro del mundo y sólo me quedé agradecida por el surgimiento de bandas así en la escena. Pareciera ser que sólo están enfocados al público-conocedor-oído-educado pero no. La música de ambas tiene la particularidad de ser sencillamente BUENA MÚSICA, fácil de apreciar aún por quién no llega a entender por completo su complejidad; la onda es que se disfruten y ni sepan el por qué.

¿Quieren sus discos, mercancía o verlos tocar? ¡Van con los links para que les sigan la pista y se caigan con los likes!

T’rous: 

* Ellos los consienten y mandan la merch hasta la puerta de su casa

No Soy: