Hoy hace 77 años nació uno de los iconos artísticos con los cuales tuvimos la fortuna de compartir el planeta Tierra, una leyenda que nos regaló obras impresionantes, muchos le llamaban el Rey Camaleón, pero para el mundo, él decidió llamarse a sí mismo: David Bowie.

Todos se han preguntado con el tiempo quién era en realidad Bowie, ¿acaso era el productor de estrellas que perdían su luz?  ¿Era Ziggy Stardust? ¿Era el actor?

La respuesta más evidente sería que David Bowie era arte

#HBD, David Bowie: su brillo, herencia y trascendencia

No vamos a mencionar datos efímeros que van a repetirse en cada nota que leas, mejor enfoquemonos en su obra y los picos que alcanzó por su propia mano.

Bajo la guía de su hermano Terry se introdujo en el mundo del rhythm and blues y fue él también quién le regaló su primer manual de música.

A los trece años, Bowie empezó a estudiar saxo y formó un grupo en la escuela al que llamó George & The Draons; precisamente en el último año de escuela, durante una pelea, recibió un golpe en un ojo que le paralizó el músculo de la pupila y le causó esas aparentes diferencias de color en los ojos que aún, hoy es una de las inquietantes características de su aspecto físico.

Apenas cumplidos los 16, Bowie intensificó sus energías en alcanzar a colocar su música en los oídos londinenses formando diferentes bandas con las que alcanzó a firmar contratos con discográficas menores y de las cuales se pueden rescatar algunas canciones como And I say to myself, temas que serían solo el inicio de una carrera por demás exitosa.

En muchos aspectos la cultura tomó diversos caminos en esa época y David Bowie, quién se convirtió así mismo en una esponja, comenzó a empaparse de todo el contexto que le rodeaba, desde el increíble primer disco de Velvet Underground, el cine underground londinense, la maravillosa “2.001: Odisea en el espacio” de Stanley Kubrick, los montajes teatrales de Lindsay Kemp, solo por mencionar algunas cosas.

Fue así que llegó en 1969 el primer hit internacional del camaleón, la simple pero increíble “Space Oddity” una canción que le trajo el éxito que había estado buscando, el tema que lo llevó a la cima, pero ahora lo importante era consolidarse.

1970 vio nacer el álbum The man who sold the world, con una controversial portada donde podíamos ver a David Bowie vestido de mujer, lo cual inició el primero de muchos escándalos para el artista que quizá disfrutó colocarse en el ojo de los medios, porque no existe la mala publicidad.

Justo un año después en 1971 Bowie ya era un tipo temido y respetado en la industria musical, con una obra que comenzaba a consolidarse, y fue con la influencia del Bob Dylan electrificado que nació Huny Dory, un álbum que demostró que David había dejado de ser un amateur para comenzar a forjar su propia leyenda.

Fue con Huny Dory que Bowie creó a uno de sus personajes más emblemáticos, “Ziggy Stardust”.

Se le ocurrió después de las constantes entrevistas en las que siempre era atacado con respecto a su orientación sexual y fue así como una faceta de él se liberó para crear al personaje que aparecía en la portada del material The rise and the fall of Ziggy Stardust & the Spiders From Mars.

Cuando Bowie se encontró de frente en la cima del éxito, fue cuando la sociedad y los padres comenzaron a preocuparse, puesto que era el modelo a seguir de todo una generación, pero era irreverente, extraño, auténtico… Rock & Roll puro.

#HBD, David Bowie: su brillo, herencia y trascendencia

Bowie decidió enterrar a Ziggy y alejarse un poco de los escenarios pero solo para ayudarle a redimirse a dos tipos muy cercanos a él en muchos aspectos; Iggy Pop con el Raw power y a Lou Reed con el Transformer, gozaron de las mieles del éxito una vez más, gracias a la ayuda de Bowie.

Después de pasar un buen tiempo en Estados Unidos, Bowie regresó a la Gran Bretaña y fue ahí que conoció a Brian Eno, la colaboración entre ambos se cristalizó en una famosa trilogía formada por: Low (1977), Heroes (1977) y Lodger (1979), en los que se entrecruzan las tensiones de fin de la década, las atmósferas de su nueva ciudad de adopción, Berlín, y la aportación de nuevos colaboradores: Eno, Fripp y Alomar.

Los años ochenta trajeron a un Bowie más serio, donde ya no se le veía con peinados extravagantes y mucho maquillaje, sino usando trajes caros y exaltando su lado más artístico y colaborativo, lo cual quedó marcado en uno de los álbumes más representativos de esa década “Let’s Dance” y quizá su colaboración más famosa en ese momento, “Under Preasure”.

A partir de ahí, Bowie comenzó a vivir una impresionante serie de cambios quizá en el afán de acaparar la atención del público justo como había logrado en la época en que las estrellas eran el límite, incluso en una de esas resucitaciones hizo un disco de rock industrial y se llevó a NIN a que girara con él.

Prácticamente David Bowie influyó en toda la escena musical desde que comenzó su carrera, y fue unos días antes de su muerte que nos regaló su obra más impresionante en la cual narraba el terror de saber que solo le quedaban unos meses de vida, esa era la forma correcta de despedirse de todos, sin un escándalo y sin que nadie supiera que estaba pasando.

Black Star fue lanzado dos días antes de aquel fatídico 10 de Enero del 2016.

Ese día triste para el mundo, David Robert Jones dejó la tierra para brillar en el cielo para siempre.