Una película memorable se vale de múltiples elementos para lograr su magia y efecto en los espectadores. En ese sentido, el multipremiado y ampliamente reconocido Guillermo del Toro se ha convertido con el paso de los años en un verdadero amo del ensamblaje poderoso en el séptimo arte, a través de historias maravillosas, ambientaciones perfectas y producciones de altos vuelos.

Este año, The Shape of Water ha vuelto a poner al director mexicano Guillermo del Toro en el mapa, a través de una historia hermosa, sencilla y de alcances sumamente emotivos. Mucho se habla de la pericia de Del Toro a la hora de imaginar, ejecutar y ensamblar historias, de su gran equipo plástico, efectista y de producción, pero pocas veces se ha hablado de su tino a la hora de seleccionar los sonidos y la música de sus películas.

Y es que a diferencia de otros directores a los que les gusta una variedad extrema y referencias musicales que refuercen o enriquezcan sus historias, lo cierto es que desde sus inicios al comienzo de la década de los noventa, Guillermo del Toro ha apostado más bien por las orquestaciones clásicas y atmosféricas, variando poco y comisionando música apoyada en las cuerdas y la oscuridad de tintes épicos y bellos.

Resta decir que el resultado ha sido sumamente efectista para bien, y que tal vez sin esas frecuencias, la belleza suprema de películas como Hellboy, El Laberinto del Fauno o El Espinazo del Diablo no serían lo mismo. Aquí un breve repaso de la música en las películas de Guillermo del Toro.

Cronos (1993)

Con toda su referencia a la mitología griega y un argentino maravilloso como protagonista (Federico Lupi) Cronos es uno de los referentes más refrescantes del llamado Nuevo Cine Mexicano, pero al mismo tiempo atisbaba la desmarcación de Guillermo del Toro como parte de su tradición, marcando una nueva etapa.

Fue el compositor mexicano Javier Álvarez el elegido para componer el score de la película, la cual tiene un especial trabajo orquestal de un rango estilístico amplio, sin perder su sello. En Cronos podemos escuchar tango, mucho vals, pero mayoritariamente pasajes de oscuridad, cuerdas tensas y una mezcla novedosa para su época, que lo mismo echaba mano de los referentes clásicos y de la cultura popular mexicana, que de nuevas tecnologías. Grandeza.

Mimic (1997)

La segunda pieza de Guillermo del Toro vino cuatro después del suceso que representó Cronos a la postre. Mimic ya era en sí mismo toda una declaración de principios del director tapatío en aras de hacer ciencia ficción de alcances internacionales.

Esta fue la primera mancuerna de Guillermo Del Toro con el compositor norteamericano Marco Beltrami, quien venía de haber colaborado en sólo apenas cuatro producciones, siendo la primera parte de Scream su mayor referente y antecesor inmediato. El resultado es una tensión y oscuridad aún mayor, que de paso catapultó a Beltrami al estrellato para trabajos posteriores como Studio 54 (1999), I, Robot (2004), Underworld (2006) o The Wolverine (2013).

El espinazo del diablo (2001)

Si en Mimic, Guillermo del Toro había alcanzado una contundencia y poderío mayor, resultó un verdadero asombro que en El espinazo del diablo lograra superarse, virando musicalmente hacia un lado más sentido, íntimo y dolido, sin sacrificar la tensión, el misterio y el tono épico, a cargo del compositor español Javier Navarrete.

En el soundtrack de la película tenemos una vez más tango, canciones referentes a la época de la Guerra Civil Española, pero es el trabajo de Navarrete el que logra la atmósfera deseada.

https://www.youtube.com/watch?v=Id6tb3xFgVc

Blade II (2002)

Segunda parte de la saga del superhéroe de horror de Marvel, un trabajo por encargo efectivo aunque no tan memorable como el resto de sus trabajos, que implicó la segunda colaboración de Guillermo del Toro con Marco Beltrami, en un score que se las da de moderno y oscuro, roquero y electrónico, pero que a la postre resulta sobrado demodé, casi como la película misma.

A Blade II se le aprecia mejor desde su soundtrack, en donde artistas como Fatboy Slim, Massive Attack, Busta Rhymes y hasta Gorillaz hacen toda la chamba.

Hellboy (2004)

La mejor etapa de Guillermo del Toro aún estaba por suceder, y Hellboy, ese superhéroe ninguneado de Dark Horse Comics, tendría su justicia en pantalla grande, e implicaría el crecimiento del director mexicano en cuanto a técnica y estilo.

Tan ya es más grande Del Toro en esta faceta, que en su soundtrack podemos apreciar rolas de Tom Waits, Al Green y Pete Yorn, éste último interpretando una pieza de Nick Cave, pero es la tercera colaboración con Beltrami la que le da su toque épico, emotivo y refinado, empatando de forma afortunada con el tono del protagonista, contrastando con una aparente tosquedad. Bellísimo.

El Laberinto del Fauno (2006)

La sexta película de Guillermo del Toro representaría la solidez total y el encumbramiento de un artista completo, al que las buenas historias y las atmósferas oscuras le obsesionan al límite. No es de extrañar dado su ambientación española, que Del Toro recurriera de nueva cuenta a Javier Navarrete como mancuerna ideal para el score, el cual alcanza máximos vuelos orquestales, súmamente dedicados y especiales.

Con este score, Navarrete ganaría un Ariel en 2006 por mejor música. Insuperable.

Hellboy II: The Golden Army (2008)

Hellboy es una suerte de retrocarga, en la que tras el éxito del Laberinto del Fauno, Guillermo del Toro pudo holgarse para continuar con su afecto por el personaje rojo. En la segunda parte de Hellboy, Del Toro recurre a Danny Elfman, un genio de la música por encargo para filmes destacados del corte (Batman, Beetlejuice, Sleepy Hollow y Dick Tracy, entre otros).

El resultado es un trabajo orquestal pop, apoyado en los bajos y los instrumentos de viento, sumamente efectista y de buena construcción de un misterio contemporáneo con poder, pero que a la postre se puede disfrutar como pieza sola si se le echa ganas a la escucha.

El soundtrack tiene por ahí también unos detalles de Travis, Eels y Barry Manilow.

Pacific Rim (2013)

Una película costosa, que no le fue tan bien como hubiéramos querido. La pasión de Guillermo del Toro con la imaginería oriental de monstruos se tradujo en una película increíble, de altos vuelos pero que de cierta manera atendía a un nicho muy particular como para ser un completo y reverendo macanazo mediático.

Congruente con su estilo, el tapatío recurre esta vez al compositor iraní-alemán Ramin Djawadi, quien se había destacado por trabajos para Iron Man, Game of Thrones y The Unborn, entre otros.

Sin embargo, el tema inicial y un par de momentos cruciales cuentan con la participación de Tom Morello, ex guitarrista de Rage Against the Machine. Nada menos, poder puro en su máximo esplendor, además de una pieza con el rapero RZA, miembro honorario de Wu Tang Clan.

Crimson Peak (2015)

La Cumbre Escarlata representó una mala suerte de traspié en la carrera cinematográfica de Guillermo del Toro. De un tono gótico romántico y fastuosa en sus linderos de producción, Crimson Peak no gozó de buena aceptación incluso por parte de sus fans.

El director de Cronos vuelve a colaborar por tercera ocasión con el español Fernando Velázquez, creando curiosamente una de los soundtracks más íntimos, profundos y sentidos en el tono clásico de las cuerdas y las orquestaciones, en la filmografía de Guillermo del Toro. Hermosa.

The Shape of Water (2017)

La décima película de Guillermo del Toro representa también su trabajo sonoro más bello y genuino a la fecha, tanto en el soundtrack compuesto por el compositor francés Alexandre Desplat (Fantastic Mr. Fox, Coco Chanel, Godzilla, The Tree of Life), como en las canciones vintages incluídas, en donde la magnífica “La Javanaise” de Serge Gainsbourg inerpretada por Madeleine Peyroux está colocada con suma maestría. El tema inicial es flotar de forma sublime, sin más.