El rock ha sido algo que traspasa fronteras e ideologías políticas por muy estrictas que sean, pero siempre existirán maneras para que la gente lo escuche y disfrute de su música favorita. Durante la época que existió la URSS el rock fue algo muy mal visto por los comunistas, pues era considera un producto yankee que no debía estar permitido e incluso en internet circula una lista negra de bandas y cantantes prohibidos para los soviéticos, entre ellos se pueden leer nombres de famosos occidentales como Sex Pistols o artistas cursis como Julio Iglesias.

Al rock no lo pudo frenar ni la URSS

En los años sesenta The Beatles hicieron enloquecer a los jóvenes de todo el mundo, pero en la Unión Soviética estaban vetados aunque el gobierno llegó utilizar para el adoctrinamiento hacia sus ciudadanos canciones como Can’t Buy Me Love, con la que musicalizaron un programa enfocado en atacar a Estados Unidos. Pero no todo fue tan malo con la música del Cuarteto de Liverpool pues la discográfica estatal Melodiya llegó a editar algunos álbumes que prácticamente eran ediciones no autorizadas por el sello EMI. De hecho, existe el gracioso rumor de que el hit Back in the USSR está inspirado en un concierto privado y secreto que los británicos ofrecieron para los altos mandos del Partido Comunista.

Algo que quizás pueda parecernos curioso es que el material del rock se adquiría en esta extinta nación a través de cassettes piratas cuya calidad no era la mejor y los precios solían ser altos, además era como ir a comprar drogas porque sólo podías conseguirlos en el mercado negro.

Las autoridades rusas se dieron cuenta que a la juventud le gustaba este género, por lo que no les quedó más remedio que ‘tolerar’ a las agrupaciones locales de rock con la condición de tener que demostrar que sus temas no hablaban en contra del régimen y solo así les daban una especie de permiso de aceptación para tocar en lugares pequeños, si no eras aprobado la única opción era tocar en fábricas abandonadas o en zonas muy alejadas. Ni hablar del punk, porque al ser una corriente musical que invitaba a las personas a revelarse o cuestionar a los políticos por supuesto que no gustó nada a los comunistas.

La ilegalidad del rock en la desaparecida Unión Soviética

Claro, tampoco faltaron los inteligentes que empleaban metáforas en las letras para evitar la represión en su contra y por esos años apareció KINO, un proyecto de aires post punks comandado por Víktor Tsoi que todavía hasta el día de hoy son considerados la banda soviética de rock más importante de aquel tiempo y curiosamente hasta logró tener reconocimiento en Estados Unidos. Cabe señalar que también existieron rockeros que apoyaron incondicionalmente el comunismo, tal es el caso del cantante estadounidense Dean Reed, al que nombraron el Elvis Presley rojo. 

Para finales de los años setenta comenzaron las visitas esporádicas de algunos músicos occidentales como Elton John y Boney M. a la URSS, eso sí, autorizadas y muy supervisadas por el gobierno. Al primero se le ocurrió presentarse por curiosidad y a los otros fue gracias a la popularidad que su rola Rasputín tenía en dicha nación, aunque en ambos casos se les dio el visto bueno porque se trataba de música que se consideraba como inofensiva.

A pesar de estos pequeños avances, a mediados de la década de los ochenta el régimen volvió a actuar con mano dura y elaboraron las anteriormente mencionadas listas negras de artistas occidentales. No fue hasta el mandato de Mijail Gorbachov cuando inició la abertura en todos los aspectos y los rockeros ya no tenían que vivir en la clandestinidad. En 1991 se organizó la edición rusa del festival Monsters of Rock, en el que tocaron Metallica, AC/DC, Pantera y The Black Crowes, este evento fue histórico y al mirar las imágenes de los millones de asistentes (entre ellos muchos militares que cantaban felizmente) uno comprueba que el rock es capaz de lograr cualquier cosa sin importar el sistema político que mande.