La diversidad del pensamiento es un manjar que ayuda a la creación de tendencias y nuevos modelos de vida, a título personal creo que si todos vivieran la vida como yo la veo, no podría disfrutar de todas esas cosas que me gustan, ya que la gente con otra visión llega a cambiar el mapa, esa es la ventaja del libre albedrío, no tener ningún tipo de restricción es lo que hace amplias las opiniones, bien dicen que “En gustos se rompen géneros”, géneros como los musicales.

Hay quienes disfrutan de una sabrosa línea de bajo, los tambores tribales, matear duro con esa guitarra o romperse la nariz en un buen slam, sería muy aburrido vivir en un mundo donde todos tienen la aprobación de todo, porque quitaría la sorpresa de descubrir algo que no conocías o que veías desde un enfoque distinto. A veces, caso contrario a lo que acabamos de decir, te encuentras con cosas que consideras odiosas, estresantes o simples y eso también es válido.

Todo eso llegó a mi mente luego de ver un video que circula en redes sociales acerca del cantante colombiano, Maluma, a quien una madre de familia pide que sea más cuidadoso con las temáticas que aborda en sus canciones, ya que escuchó las canciones de este cantante mientras su hija de 7 años tarareaba ‘Cuatro Babys’, el corte más traperoso del cantante.

Muchos comentarios se han hecho al respecto, hay quienes aprovechan para felicitar a la madre de familia, cosa que no entendemos, también se dejaron ir las mentadas de madre, descalificaciones y estereotipos típicos de estas controversias, pero si algo nos ha enseñado la historia, y muy bien enseñado, es que el no conocerla te condena a repetirla, a qué vamos con esto, independientemente de la temática que aborde cualquier género. La música no tiene la culpa, pese a quien le pese y duela a quien le duela.

Es aquí donde llega un punto muy fuerte, en donde el común denominador enlaza a Molotov, Maluma, Judas Priest y The Beatles, eso es que cuando algo goza de cierta popularidad, siempre existe un sector de la población que ha buscado censurar, suprimir o destruir un movimiento musical, se ha visto a través de los años y el tiempo, como buen padre que es, se ha encargado de poner a cada quien en su lugar, pero independientemente de eso la postura debe ser la misma. La música no tiene la culpa.

Cuando el 23 de diciembre de 1985 dos jóvenes de 18 y 20 años decidieron acabar con sus vidas, luego de una noche de mucho alcohol, mariguana y el “Stained Class” de Judas Priest, no le echaron la culpa a quienes hicieron posible que los jóvenes, menores de edad en EU, tuvieran acceso a sustancias nocivas, las autoridades y la sociedad conservadora acusó a la banda británica por el contenido de sus letras, poniendo en el ojo del huracán a los integrantes durante uno de sus momentos más altos, luego de poco más de 30 años de este acontecimiento, la banda sigue recordándolo con una profunda tristeza, al tratarse de gente tan joven y no es para menos.

Un acontecimiento así de fuerte y repentino pone a reflexionar algo más que la temática musical, aquí entra a discusión el hecho de la sociedad que vive en lo políticamente correcto termina por hacer que un movimiento se ensucie. Eso no quiere decir que Maluma y el raeggeton están libres de pecados, como pasa con el metal, el rock, el folk y todos los géneros que tienen algo que decir o que promueven un sistema ideológico controversial, cada quien tendrá sus juicios de valores y sabrá que le afecta y qué no, pero como señalábamos más arriba, lo que hace es que la música, como un concepto, no como aparato ideológico, se ve lacerada de forma lamentable, no olvidemos lo que pasó con el rock, un género energético, rebelde, que incitaba al cuestionamiento y el raciocinio, fue fuertemente castigado por los sectores más conservadores, poniéndolo en las mismas circunstancias que atraviesa el género urbano en nuestros días, todo lo malo, lo vacío y lo hueco viene del género que esté de moda en el momento, la música es música, amala u ódiala pero no la culpes de los males que aquejan al mundo, porque el tiempo nos ha dado lecciones fuertes.

Porque cuando Pulse fue atacada por un sujeto con armas de fuego y terribles desórdenes mentales, la música no fue la culpable, cuando le preguntaron a Lennon sobre lo que opinaba del cristianismo y éste opinó que perdía popularidad y que The Beatles eran más grandes que Jesús, la música tuvo la culpa, cuando un motociclista contratado por The Rolling Stones como seguridad, mató a un hombre, la música no tuvo la culpa y como cuando en recientes fechas una organización terrorista  se encargó de explotar una bomba, matando a gente inocente, entre ellos niños pequeños,  luego de un concierto de Ariana Grande, la música tuvo la culpa.

La música no tiene la culpa, la culpa es de nosotros…