Por Raúl Salazar @rhnoir

Este viernes se estrena Israel (2021), la más reciente película del director argentino Ernesto Baca (Cabeza de Palo, Samoa, Música para astronautas). Su estreno estaba programado para el 2021, pero como lo señala el productor, tuvieron que posponerlo por la falta de salas. Ernesto Baca es uno de los directores más interesantes y prolíficos de Latinoamérica, ya sea por su estilo basado en el collage y la experimentación, o por ciertos temas que siempre están presentes en su filmografía. También ha desarrollado cursos y técnicas experimentales de cine rodado sobre cine y durante los últimos años se ha desempeñado en la Universidad de Palermo como docente en la cátedra de Realización Audiovisual y Cámara e Iluminación.

Israel narra el encuentro fortuito de un ladrón motociclista y una prostituta de gasolinera que se adentran en las ruinas de un mundo opresivo-fantasmagórico-lisérgico en donde parece que el tiempo se ha detenido, un mundo distópico lleno de paisajes, desiertos y carreteras escabrosas y enrarecidas. Los personajes se muestran como dos entes o dos almas solitarias que vagan sin rumbo pero con una aparente misión (o peregrinación), misma que se ve reflejada al principio en donde Baca registra diversas muestra de fe, rituales y varios aspectos religiosas de México. Un sincretismo abrumador que, según sus propias palabras, “lo enamoró” de nuestro país. La película también cuenta con una breve participación de Silverio (personaje creado por el músico Julián Lede), quien ya ha trabajado en algunos proyectos con el director argentino.

Israel, un viaje distópico hacia lo incierto

Dividida en cuatro partes y apoyándose en diversos formatos (Super 8, 16 y 35 milímetros) y colores, Baca construye una road-movie vertiginosa y multidisciplinaria sobre la libertad; un viaje con destino incierto que funciona también como un retrato dramático y antropológico de un México aún dolido por el sismo de 2017 y en conflicto por las recientes elecciones presidenciales. El estilo visual y rebelde de Baca es propositivo y trata en todo momento de eludir el lenguaje narrativo convencional. Con escasos diálogos y un montaje dislocado, Israel está más cerca del cine de ensayo que de ficción. Pero aunque existe un esencia rebelde casi caótica en el filme, el propio Baca afirma que su película sí tiene un guión y una estructura convencional, y que las imágenes, aunque poderosas y evocadoras, son sólo es el vehículo para contar algo más personal complejo —y poético.